jueves, 26 de marzo de 2009

Capítulo XXVI: Yo casi no vi a Haruki Murakami

En la vida a veces ocurren cosas extrañas y bastante maravillosas, cosas que nos hacen pensar que se puede vivir en plan "¡Jo, qué noche!" todos los días del año. Pero a la mañana siguiente el despertador no suena, llegamos tarde al trabajo y por la tarde tenemos hora en el dentista para que nos extirpen las cuatro muelas del juicio, y nos da por pensar que todo fue un sueño.

Tal y como yo lo veo, el espíritu "¡Jo, qué noche!" circula libremente por el mundo, y cada persona se topa con él muchas veces a lo largo de su vida. La cuestión es saber subirse al tranvía cuando pasa, porque, eso sí, el espíritu "¡Jo, qué noche!", tiene más vocación de autobús que de taxi.

Mi historia empieza así:

Volvía yo a casa en metro el otro día, cuando me topé con Marcos Ordóñez, con quien forjé una estrecha relación en mi último año de universidad sobre una adaptación de Donald Westlake que resultó en un proceso tan difícil que el pobre se quedó sin un pelo en la cabeza. "Me voy a una conferencia de Haruki Murakami", me dice él, tan risueño. "¿En la Jaume Fuster*?", digo yo, sin tener ni idea, para hacerme la interesante. "¡Sí, sí!", dice él. "¡No lo sabía, voy contigo!", digo yo.

Ya saliendo del metro, una señora que llevaba un abrigo azul la mar de bonito saludó a Marcos Ordóñez, y, yo aún no lo sabía, pero esa señora era nada más y nada menos que Assumpta Bailac, la gerente de la red de bibliotecas de Catalunya, algo que en este blog significa que está sentada a la derecha del padre, y que el padre es una criatura de muchas cabezas, y una cabeza es Cervantes, y la otra es Shakespeare, y la otra es Homero, y creo que ya os hacéis a la idea. Total, que los tres salimos de la estación de metro y nos encontramos en la plaza Lesseps, y vimos la entrada de la Biblioteca Jaume Fuster. Excepto que no vimos la entrada, porque estaba completamente oculta por LA COLA.

LA COLA era una serpiente humana de dimensiones gigantescas en la que debía de haber, no sé, varios millones de personas, por lo menos. Y todas, todas estaban ahí para ver a Haruki Murakami.

Cuando Marcos Ordóñez vio LA COLA, dijo "¡Huy, mira qué COLA! Yo paso."

Pero entonces Assumpta Bailac puso cara de conspiradora, y dijo: "Llámame al móvil cuando lleguéis a la biblioteca, y os siento en algún sitio."

Yo estaba muy callada y con los ojos muy abiertos, porque no quería perder detalle de aquel maravilloso ejemplo de tráfico de influencias en la mafia bibliotecaria**.

Total, que Assumpta Bailac se dirigió valientemente a la jungla de LA COLA, y Marcos Ordóñez me llevó a su casa, me presentó a su señora y a su gata, me dio un vaso de agua y me regaló tres de sus libros, titulados "Puerto Ángel", "Detrás del hielo" y "Tarzán en Acapulco", respectivamente, y que todo el mundo debería comprar.

Cuando por fin nos encaminamos hacia la biblioteca, pasamos de largo sin inmutarnos junto a LA COLA, y, una vez dentro, llamamos a nuestro contacto. Assumpta Bailac se llevó a Marcos Ordóñez y señora, y regresó a por mí a cabo de pocos segundos, haciéndome una seña conspiratoria para que la siguiera.

Pero el poder de la jefaza bibliotecaria no bastó para hacerme un sitio. Se ve que la bromita de Haruki Murakami se les había escapado de las manos. No sólo habían acudido el cónsul de Japón, sorpresivamente acompañado por toda su familia, y el regidor de cultura del ayuntamiento de la ciudad, no, como ya he dicho, en LA COLA, había MILLONES de personas. TODA LA CIUDAD, y parte del extrarradio, habían venido a ver a Haruki Murakami. Por lo que oí, además, Haruki Murakami es, o patológicamente tímido, o un poco especialito, y no quería más que doscientas personas en el auditorio en el que iba a dar la charla. Pero nuestro alegre talante mediterráneo coló a doscientas setenta en la sala, porque mi casa es tu casa y donde caben veinte decenas también caben veintisiete.

Pero Assumpta Bailac no se sienta a la derecha del padre por nada, y, haciéndome otra seña conspiradora, me llevó junto a dos chicas llamadas Anna que pertenecían a la organización del evento, y sin que se le cayera un solo anillo, les dice "Ésta es la hija de Marcos Ordóñez. Sus padres están dentro. A ver si podéis sentarla por aquí.

Y fue así, como gracias a una mentirijilla de Assumpta Bailac y a la amabilidad de dos chicas llamadas Anna y, para que negarlo, a mi talento camaleónico para hacerme pasar por la hija de quien sea, vi a Haruki Murakami sentada en las escaleras del palco del auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster.

Haruki Murakami resultó la mar de interesante, y su interlocutora, Isabel Coixet, estuvo bastante graciosa, con un inglés macarrónico y cándido plagado de sorprendentes manierismos americanos***. Resulta que a Haruki Murakami le gusta mucho Scott Fitzgerald, la novela negra americana, "Los Hermanos Karamazov" y "Perdidos", y prefería hablar de ellos antes que de sus propias novelas (a las que se refería con perlas tan lacónicas como "Yo sólo quería escribir una historia sobre un pájaro" a propósito de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", o "Empecé a escribir, y luego acabé", cuando se le preguntó por el proceso de escribir una de sus novelas).

En resumen, es una buena noticia que se hagan colas kilométricas para venir a ver a Haruki Murakami como si fuera David Bisbal firmando copias (legales, faltaría más) de su nuevo cedés.

Sobre todo, si yo no tengo que hacer esa cola****.


* La Biblioteca Jaume Fuster probablemente sea la ídem más nueva y más chachimolongui del área metropolitana de Barcelona y, como tal, es la sede impepinable de las conferencias más chachimolonguis. ¿Viene Salman Rushdie a Barcelona? ¡A la Jaume Fuster! ¿Hanif Kureishi? ¡A la Jaume Fuster! ¿El próximo concierto de Bruce Springsteen? ¡A la Jaume Fuster!

** Sus matones emplean métodos de tortura que harían temblar a la CIA. Su preferido es obligar a sus víctimas a cortarse repetidamente con las páginas de un libro.

*** También estaba allí el honorable director de la revista "Qué leer", cuyo nombre no recuerdo y seguro que es una gran persona, pero en el marco de esta conferencia, el nombre que más le pegaba era "el becario".

**** ¡Muajuajua!

viernes, 20 de marzo de 2009

Aquellos polvos traen estos lodos

POR FAVOR, que alguien le diga al señor Rafael Poch que cometió un error de manual en su artículo de "La Vanguardia" de la semana pasada sobre la matanza de Winnenden:

Tim K., el niño tranquilo y amable que disparó a quince compañeros y se suicidó después participaba en foros de internet bajo el pseudónimo de "JawsPredator_1".

Según el señor Poch, es nombre viene a significar "Las mandíbulas del depredador".

Deducimos que el señor Poch ni tiene hijos adolescentes ni iba al cine cuando era joven.

No acabo de comprender qué significa esta metida de pata, pero me pondré a temblar en prevención de que se descubra que este chico jugaba al rol.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Capítulo XXV: Y si mi abuela tuviera ruedas, sería un autobús y todos iríamos de paseo montados en ella*

*¡Referencia! Novela icónica de literatura infantil/juvenil. Adivinadla y os ganaréis el privilegio de poder mirar a la gente con aires de superioridad. Hasta que os deis cuenta de lo infravalorada que está la literatura infantil/juvenil, y vendréis a verme para que os tienda un pañuelo de papel.

En los núbiles inicios de este blog, cuando se actualizaba regularmente, publiqué una entrada sobre Stephenie Meyer y sus obscenamente mediocres polémicos libros sobre vampiros diamantinos y las mujeres que les amaron. Hace muchos meses de esa entrada, y la gente sigue dejando comentarios, convirtiéndolo en el post más popular de "La ejecución del autor ha sido cancelada", con la friolera de catorce quince dieciséis aportaciones (sí, este post llevaba mucho tiempo como borrador).

Las opiniones están divididas. Hay quien me da las gracias encarecidamente por cantarle las cuarenta a la señora Meyer y sus ínfulas pubescentes. Hay quien defiende el libro, bajo el muy comprensible paraguas del "pues a mí me gustó". En esta categoría, un argumento surge una y otra vez: "Pues hay libros peores, y nadie se mete con ellos".

Parémonos a analizar esta afirmación categórica. ¿Hay libros peores que "Crepúsculo" y allegados? Desde luego (el número de series literarias para jóvenes de la calaña de Crepúsculo es pasmoso, pero de eso ya hablaremos otro día, cuando mis monos voladores atrapen a Francine Pascal y R.L. Stine, que han salido corriendo en cuanto me han oído acercarse...). ¿Nadie se mete con ellos? ¡Mentira! Lo que mis inflamados lectores quieren decir aquí es que no se organizan campañas de "Don't burn it, return it" (a Stephenie Meyer le sentó fatal que hordas de fans descontentos con la última entrega de la saga, "Amanecer", se lanzaron en masa a quemar el libro antes que devolverlo a la tienda; hay autores que no entienden el glamur de ser cruelmente incomprendidos) para ellos, que no hay números ridículos de foros, blogs y otros recursos cibernéticos para que la gente se junte y se dé a comportamientos del tipo "O sea, cómo me mola "Crepúsculo", tía, Edward es tan buah, o sea, tía, ¿sabes?" a "Este libro me ha gustado mucho porque es del grueso perfecto para nivelar la mesa camilla de la abuela", pasando por "¡Pero qué aaaaaaaasco!".

En resumen, es mentira que nadie se meta con los libros peores. Estoy segura de que algún grupo de postadolescentes emancipadas habrá organizado una quema de la colección de "Las gemelas de Sweet Valley" que tenían cariñosamente atesoradas. Estoy segura de que habrá un foro de púberes comidos por el acné que nunca sucumbieron a las portadas fosforecentes de "Un día en Horrorlandia" o "Sangre de monstruo" (para lo poco que me gustaron los libros, tengo que admitir que tenía que ponerlos boca abajo porque lo de la portada fosforecente me daba mucho repelús) que se dedicarán a destripar la serie con ojo clínico.

Pero de lo que no podemos hablar es de un fenómeno tan masivo e histérico como el de "Crepúsculo". Sea porque va dirigido principalmente a mujeres con aparentes trastornos hormonales, un colectivo a todas luces problemático, sea porque la autora es señora y mormona (y aquí tengo que romper una lanza en contra de la poca objetividad en la prensa. ¿O es que cada vez que se habla de Orson Scott Card, los medios empiezan con "El autor mormón..."?), sea porque los vampiros vuelven a estar de moda, o sea porque, ¡todo es posible! millones de fans NO podían equivocarse, y millones de detractores SÍ, y las novelas son, en realidad, ¡excelvillosas! El caso es que esta saga literaria ha sido, como se suele decir, un bombazo. ¿Por qué? Nadie sabe por qué pasan estas cosas. ¿Por qué se hicieron tan famosos los Beatles? Por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, por tener algo que enganchó a millones de personas que hace que, aún hoy, se lancen a comprar las nuevas versiones que Paul McCartney, cuya presencia como el último Beatle vivo empieza a parecerse a "La herencia de tía Agatha", se saca de la patilla con regularidad, o cada vez que quiere renovar los baños de Can McCartney.

Y que conste que no estoy comparando a Stephenie Meyer con los Beatles, Dios me libre. Los Beatles no son mediocres, a mí me gustan, George Harrison era mi favorito, Yoko Ono, ¿musa o lagarta?, y, por favor, por favor, que Stephenie Meyer no lea esto y se le ocurra montar una banda de glam rock.

Otro argumento frecuentemente escuchado en los comentarios dejados en ese primer post sobre "Crepúsculo" es "Pues si no te gusta, no pierdas el tiempo leyéndolo", o variantes que me acusan de insultar a los pobres lectores desamparados que sí han disfrutado con el libro. Dos puntualizaciones:

  • Para mí, el argumento "Pues a mí me gusta" es perfectamente válido. Más que válido, sagrado. Más, si viene acompañado de la conciencia de que lo que nos gusta no siempre es lo mejor ni lo más saludable. Hay gente que disfruta con la coprofagia. Hay gente a quien le gusta Esperanza Aguirre. ¿Se mete "La ejecución del autor" con esa gente? Pues eso.
  • Siendo una servidora de ustedes de naturaleza inquisitiva, es lo más normal que quisiera ponerme al día con este fenómeno, sobretodo si venía dirigido a gente como yo, jovencitas necesitadas de mojo masculino. ¿Que luego me leí toda la serie? Por supuesto. La teoría de que Stephenie Meyer esparció polvos de crack sobre las páginas de todos los ejemplares lo explica todo. ¿Que disfruté de la serie? Como una loca. Desde la página uno, es tan difícil tomarse las novelas en serio que uno acaba autoconvenciéndose de que se encuentra ante una finísima parodia, ante un delicado ejercicio de alta comedia. De lo contrario, se arriesga a caer en el abismo de la muerte cerebral. Aún así, ¿están mal escritas esas novelas, gozan de una mediocridad narrativa que asusta? ¡OH, SÍ!

A todos los que protestan, contra mis duras, injustas e injustificadas palabras, les digo: si tanta pupa os hacen, y os lo digo con todo el cariño del mundo, dejad comentarios en un blog que se titule "Stephenie Meyer es la más mejor del mundo mundial" y no os hagáis mala sangre. Aunque a mí me da que os divierte mucho convertiros en paladines de Bella bellísima Swan y Edward el de los dientes largos Cullen, así que, pensándolo mejor, ¡no os marchéis! Quedaos aquí y hacedme sonreír con vuestros adorables y furibundos comentarios llenos de faltas de ortografía.

No cierro este post sin decir que el mundo le debe mucho a la saga "Crepúsculo", entre otras cosas, la generación de algunas de las parodias más hilarantes que ha visto la historia de la literatura. Os dejo aquí unos cuantos links a mis favoritas. Desafortunadamente, están todas en inglés, así que si alguien tiene recomendaciones para parodias en castellano, serán más que bienvenidas.

* Cleolinda Jones, se vio enfrentada al fenómeno "Crepúsculo" de sopetón y, muy bienintencionadamente, empezó discutiendo, de forma muy razonada, el éxito de los libros en este fabuloso artículo.
... luego leyó el resto de novelas, y la cosa degeneró en una hilarante renarración de los libros dos, tres y cuatro, y la primera mitad de "Midnight Sun" (sí, la que Stephenie Meyer se vio obligada a postear en su página web porque una persona muy, muy mala en la que Stephenie depositó su cándida conciencia colgó un manuscrito ilegalmente en internet), además de componer una wiki sobre el fenómeno.

* Shinga renarra el primer libro. No llega al final, porque la autora llegó a un punto en que ya no se veía con fuerzas para seguir leyendo.

* "The-Editing-Room" versiona el guión de la película.