viernes, 18 de septiembre de 2009

¡Yo untaré!

Me acabo de enterar (el resto del mundo, al parecer, ya lo sabía; desde que la mula se puso enferma, las noticias llegan tarde a "La ejecución del autor ha sido cancelada"), por los estimables Comic Book Queers, el podcast sobre cómic que más tiempo emplea en hablar de mallas o con qué superhéroe se acostaría uno, que Frank Darabont (La milla verde, Cadena perpetua) dirigirá una adaptación televisiva de The Walking dead, serie escrita por Robert Kirkman y dibujada primero por Tony Moore, y luego por Charlie Adlard. ¡Ya tardáis en escribir a Cuatroº para que compre los derechos!



Filacterias

del DRAE, zombi.

(Voz, de or. africano occid.).

1. m. Persona que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad.

2. adj. Atontado, que se comporta como un autómata.

martes, 15 de septiembre de 2009

Capítulo XXXVIII: Y que tampoco se deje caer por la fiesta del Vanity Fair

Vuelta al cole después de un verano en el que M ha hecho el vago, asistido a entierros y aprendido a hacer ganchillo (todo absolutamente verídico, hasta lo del ganchillo: pueden ver -y adquirir- mis fabulosas creaciones, y otras aún mejores de manos del pequeño lord Fauntleroy aquí). Vuelta con la intención de ser un poco menos cursi. A partir de ahora, en "La ejecución del autor ha sido cancelada", abandonamos el espejismo de educar a las juventudes porque esto lo leen cuatro, y mal pagados, y ya bastante talluditos, y diré palabrotas, obscenidades, y otras ordinarieces si me sale del...

...del...

Perdón, es difícil abandonar el coríntelladismo. Llegará con el tiempo.

Voy a inagurar el nuevo curso hablando de una ordinariez en toda regla, para que vean que esto va en serio: La adaptación al cine de la novela de Audrey Niffenegger "La mujer del viajero en el tiempo".

Admitiré sin sonrojarme que esperaba esta película con muchas ganas. La novela me fascinó, por resolver con elegancia triple los escarpados alcantilados de las historias sobre viajes en el tiempo, y por ser más románticodramática que "Los puentes de Madison". Me encantó el punto punkie, muy claramente emanado de la autora, que es así como superartística y posmoderna y especialita, con las drogas, e Iggy Pop con el "I scream, you scream, we all scream for ice cream". El papel maché larger than life de Clare, el punto entre Woody Allen y héroe trágico de Henry. Puedo decir con la cabeza bien alta que "La mujer del viajero en el tiempo" fue mi libro favorito del 2007.

Así que todos comprenderán que esperaba con muchas ganas la película. Pero pronto empezaron los malos presentimientos. A mí Eric Bana sólo me gustó en "Troya", porque, en términos relativos, su actuación en esa película fue de Premio Nobel. Pero nada más me convenció. Ni la cara de granito que ponía en "Munich", ni la cara de granito que le puso el maquillaje en "Star Trek". Rachel McAdams sí que me gustaba, pero no era la Clare que el libro me dio a entender. Y luego la fecha de estreno, que se retrasaba, y se retrasaba, y se retrasaba...

Así que, finalmente, vi la película a mediados de agosto, en un cine encantador que olía a caldofrán junto al teatro principal de Plymouth (Inglaterra). Que hacía conjunto con lo encantadora que es la película. ¡Ay, qué encantadora! Desde la sonrisa de cien watios de deliciosa sorpresa de Rachel McAdams cada vez que Eric Bana aparece en escena (será porque está desnudo la mayor parte del tiempo), la sonrisa dentuda e igualmente encantada de la vida de la niña que hace de Alba, ¡qué madura! ¡qué encantadora!, la simpatiquísima secuencia en la que Clare y Henry encuentran la casa de sus sueños. ¡Qué encanto! ¡Qué delicia! Y hasta el final, ¡qué sol tan bonito hace! ¡Qué chaquetilla de punto más mona lleva puesta Rachel McAdams!

¡Qué encanto! ¡Qué adorable! ¡Qué ganas de que termine la película para dejar de sufrir!

"The Independent" comparaba "La mujer del viajero en el tiempo" con "El curioso caso de Benjamin Button", por su alarmante falta de sentido del humor y su absoluta vacuidad. El acertado reportero decía que, si el mensaje de "Benjamin Button" es "¿A que da pena cuando la gente se hace mayor?", el de "La mujer" es "¿A que da pena cuando la gente se muere?"

Todo, todo lo que podía dar a esta película un cierto tono de profundidad, de interés, de morbillo, si quieren, ha desaparecido tras un (es)tupido velo, barrido por un plumazo, obliterado, adiós, bye, bye. Lo que queda es un pastelón que desaprovecha de una forma escandalosa tantas oportunidades narrativas que uno acaba pensando que el equipo entero sufría de ceguera cognitiva y que, lo peor de todo, se toma a sí mismo taaaaaan en serio como un velatorio. Lo que podría haber sido una discreta obra de culto (¡con menos encanto! ¡con morbillo! ¡con autoparodia!) es una chorrada digna de los telefilmes que Antena 3 solía programar en las sobremesas de los fines de semana.

Así que no, Bruce Joel Rubin no será nominado al Oscar al mejor guión adaptado (ganó el Oscar al mejor guión en 1991 por "Ghost"), y eso no le sorprenderá para nada. Porque este guión lo escribió con los pies. Mientras dormía con la radio puesta.