domingo, 1 de junio de 2008

Capítulo XV: Pues a mí Craig Thompson no me parece ñoño

Craig Thompson es un ejemplo perfecto de la toma progresiva de autoconciencia del autor:

Tomemos su primera obra larga (no contaremos sus portadas para la revista de Nickelodeon, ni sus historietas cortas, porque no me cuadran no son relevantes), "Adiós, Chunky Rice". Se trata de una fábula. El autor se transforma a sí mismo y a su novia en una tortuga y una ratona, bien para proteger la identidad de los implicados, bien porque la caricaturización de los hechos los hace más llevaderos (el motor de las dos primeras obras de Thompson es el mismo acontecimiento traumático, aunque desde ópticas distintas). Una fábula, como os digo. Aunque sin moraleja (o, si la había, yo no me enteré).

Todo esto quedaría mucho mejor demostrado si "Chunky Rice"
fuera un anagrama de "Craig Thompson"

Luego tenemos "Blankets", en adelante, LA OBRA. Lo que tiene de especial "Blankets", además del hecho que tiene seiscientas páginas, y es superlacrimógena y a mí me afectó un montón es que el protagonista ya no se llama Chunky Rice, sino Craig (Thompson) y es un adolescente que lleva el pelo largo y se siente oprimido en el ambiente ultracristiano en el que vive y no se masturba. Hasta que se enamora. Ohohoho. Dandel se convierte en Raina, y el idilio florece con alegría y luego se marchita, pero la vida continúa y lo que te parece lo más peor del mundo cuando tienes diecisiete años al final resulta que, mira por donde, tiene arreglo. O algún día deja de doler.

A mí "Blankets" me gustó. Horrores. Me gustó tanto, de hecho, que he llegado a considerar que si algun día me hiciera un tatuaje, entre las cinco primeras opciones estaría uno de los iconos del libro. Uno de esos copos de nieve que no parecen copos de nieve, por ejemplo. El otro día vi una imagen de alguien que se había tatuado a Craig y Raina abrazados en la pierna. En grande. Precioso, pero no me va el rollo figurativo.

Tal que así.

La cosa es que, aunque la vertiente autobiográfica en "Blankets" es ya prácticamente imposible de obviar (en "Chunky Rice" es que ya lo pone en la solapa), se sigue percibiendo una especie de pudor, una voluntad de enmascarar las cosas para proteger a los demás, o protegerse a sí mismo. Su hermano, que en realidad se llama Jon, es Phil en el libro, y quién sabe si Raina se llamará Raina en realidad. La cosa es que es evidente que Craig Thompson tiene una vena de sobreexplotación del pathos que le da vergüenza que llege a rozar el patetismo, cosa que, muchas veces, está a puntísimo de suceder.

Este proceso de sinceración con la autobiografía llega a su máximo esplendor en "Carnet de voyage". Entre otras cosas, porque es un diario, y anda que no quedaría feo mentir en un diario. Aquí enmascarar la narración no tiene sentido, porque no hay más narración que la del viaje y el descubrimiento. Pero lo que resulta interesantes es que el autor, al verse, creo, despojado del artificio de la ficción tras el que esconderse, da rienda suelta a su propio sentimentalismo, y no tiene miedo de dibujarse a sí mismo como un personajillo llorica y patético a quien la vida le viene grande. "Raina" aparece telefónicamente en la novela, pero sólo sirve para reiterar lo que ya sabíamos: Craig Thompson es un poco quejica. Como todos. A veces tengo la impresión de que es por eso que a mucha gente le produce rechazo Craig Thompson y le acusan de ser un sensiblón: a nadie le gusta verse reconocido en pleno aranque de patetismo angsty adolescente.

Esta vena tan dolorosamente autoconsciente del autor, que había estado muy apropósitamente soterrada en sus anteriores trabajos resulta una faceta muy interesante, y la cristalización de todo lo que se apuntaba en "Chunky Rice" y "Blankets". También puede resultar significativo el salto de la ficción al documental: los personajes semificticios mantienen un semblante de dignidad, pero cuando el autor se convierte, a través del cómic verité, en su propia marioneta, viva el esperpento.

Y por eso tengo muchas ganas de leer "Habibi", que, según parece, se publicará en el 2009. Considero cerrada lo que los estudiosos de Craig Thompson, si los hubiere (y si no, gustosa me ofrezco a ocupar el puesto), podrían llamar "La trilogía del ego". Y siento mucha curiosidad por averiguar cómo el autor se habrá enfrentado a una historia no basada en los hechos reales de su vida...

En conclusión: A mí Craig Thompson no me parece ñoño, sino muy, muy humano. Y muy mono. Tan mono que, de hecho, en esa libretita en la que escribo mi nombre, seguido de "señora de" para todos los posibles señores de mí, posibles e imposibles, que pudiera haber en este mundo, hay una página dedicada a él.

Os invito encarecidamente a visitar su blog. No descubre la sopa de ajo, pero cuelga bastantes dibujos originales y fotografías (de cuando tenía diecisiete años, por ejemplo, y queda más claro que nunca que el Craig the "Blankets" es él, real como la vida misma, porque ese pelo tan horroroso no podía más que ganar al ser dibujado).

Ñoño o no, no me negaréis que sus dibujos,
bonitos
(¡del tó!) lo son un rato .
Y con los colores que le ha puesto
Danny M. Valdez, aún más.

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