viernes, 27 de noviembre de 2009

Capítulo XLIII: Cuando no sepas cómo decir algo, ¡cántalo!

En estos días de Madonna brazosdepollo, Black Eyed Peas que en directo suenan como un rebaño de cabras en una incineradora, y Lady Gaga que cada día se pone cosas que entiendo menos, una perla natural gorda como un huevo de avestruz. Que contenga sextillizos (¿avestruxtillizos?).



Trent Reznor* escribió esta canción para los Nine Inch Nails, pero hasta él mismo la reconoce como una canción de Johnny Cash. Que en paz descanse, y a los ángeles cante.

* Cada vez que oigo "Trent Reznor" pienso en esto.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer

Anoche me acosté, un domingo más, preguntándome quién demonios elije las canciones que aparecen en "Pekín Express", ése programa que no puedo dejar de ver.

Porque me ha robado la biblioteca musical.


Filacterias

Del DRAE, moderno, na.

(Del lat. modernus, de hace poco, reciente).

1. adj. Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una época reciente.

2. adj. Que en cualquier tiempo se ha considerado contrapuesto a lo clásico.

3. adj. p. us. Dicho de una persona: Que lleva poco tiempo ejerciendo un empleo.

4. m. En los colegios y otras comunidades, hombre que es nuevo, o no de los más antiguos.

5. m. pl. Las personas que viven en la actualidad o han vivido hace poco tiempo.

a la ~, o a lo ~.

1. locs. advs. Según costumbre o uso moderno.



De la Frikipedia, modernillo

domingo, 8 de noviembre de 2009

Capítulo XLII: Hagas lo que hagas, ponte bragas. O mejor no.

Hace tiempo que me ronda este post por la cabeza, y si este blog tuviera miles y miles de lectores, me estaría frotando las manos, pues temas como éste probablemente generarían comentarios en los que se me invitaría a ir a comerme no se qué bollos o se me sugeriría que a mí, lo que me hace falta es un buen órgano reproductor masculino.

El caso es que leí recientemente "The beauty myth", de Naomi Wolf. Ésta Naomi, como la Klein, va de agitadora progre por la vida, y se le da la mar de bien. "The beauty myth" plantea cómo las imágenes de belleza femenina, esa belleza de piernas que empiezan en las axilas, bronceado perenne, melenas al viento y glándulas mamarias del tamaño de Luxemburgo se utilizan como armas políticas para mantener a las mujeres en una cárcel virtual que les impida ocuparse de menesteres más provechosos. Como dominar el mundo y convertir a los hombres en esclavos.

La belleza física, entonces, o, permitid que me corrija, una belleza física muy concreta, se convierte en una pantalla de humo. Porque una señora que sale de su casa con las piernas sin depilar no puede ser presidenta de nada, hombre. A dónde vamos a parar.

Un ejemplo sobre el tema que he visto en varias ocasiones y que ahora mismo fue tema de debate candente en el Reino Unido son los telediarios. En España, ¡cómo somos!, este debate ni se plantea. ¿Que cuál es el debate? Pues miren: ¿Cuántas mujeres de más de cincuenta años hay presentando un telediario en España, en cualquier cadena? Cero. ¿Cuántos hombres? El señor Gabilondo, el señor Prats, el señor Saenz de Buruaga... y todos aparecen flanqueados de núbiles y atractivísimas jovencitas que generan encuestas como ésta. En época de crisis, ¿el telediario es la versión casta y económica de la Mansión de Playboy?

La cuestión es que, en el campo de la literatura, ocurre algo parecido. Estoy hablando de literatura, digamos, a pie de calle, aquel listillo de la última fila que se tranquilice, que ya sé que Herta Müller ha ganado el Nobel de literatura (y aún así, en los Nobel de literatura, el ratio hombres:mujeres sigue siendo de risa). Parece que las únicas autoras, para bien o para mal, están presentes, son las que hablan de lo imbéciles que son los hombres y lo malos que son en la cama y nosotras las mujeres, pobrecitas, ¡qué mal que lo pasamos en este mundo! Que oiga, en muchos casos, ¡es verdad! Pero eso no significa que a nadie le apetezca leer compulsivamente a Lucía Etxebarría.

Lucía Etxebarría parece haberse convertido en el paradigma de aquello a lo que las mujeres que escriben pueden o deben aspirar. Ya no por la literatura en sí, sino por esa actitud de ovarios cabreados. Y esto resulta en una especie de cerca que encierra a las mujeres en un universo autoreferencial. Es decir, Michael Cunningham puede ganar un Pulitzer escribiendo sobre el mundo íntimo de las mujeres, ¿pero una mujer no puede escribir, algo, pongamos por ejemplo, a lo Tom Clancy?

J. K. Rowling, no sé si mucha gente recordará esto, publicó los primeros Harry Potters con ese nombre y no como "Joanne Kathleen Rowling" porque la editorial temía ahuyentar a los niños (niños con pene, quiero decir, no adultos pequeños), que pensarían "Puh, si lo ha escrito una señora, paso". ¡Y eso que Stephenie Meyer aún no se había puesto manos a la obra! ¿Hasta qué punto entendemos la literatura en clave de género, que lo que el autor tiene entre las piernas nos hace aplicar un código determinado al libro antes siquiera de quitarle la etiqueta del precio?

Yo no tengo respuesta para esto. El dilema me confunde, porque veo cosas, pero no sé lo que significan. Cosas como que todos los presentadores de programas de mañana en este país son mujeres. Ana Rosa Quintana, Susana Griso, Mariló Montero... se acompañan de efebos y caballeros, pero la programación de la mañana lleva bragas. ¡Qué empowered, cuánta emancipación! Y, sin embargo... todos los conductores de late o semi-late night show son señores. Aquí y al otro lado del charco. Buenafuente, Jay Leno, Wyoming, David Letterman, Risto Mejide... la aventura de Eva Hache fue una rareza efímera. Y alguna feminazi saltaría que, para poner pie en este ruedo de machos, tuvo que hacerlo a lo Diane Keaton. Pero yo no lo sé.

Me preocupa no saber desentrañar estas cuestiones de género, porque tengo la sensación de que se me escapa algo, algo esencial para comprender este mundo, a la par de aquello que el poder corrompe y por qué hay gente que se come a los gatitos.

Qué fastidio esto de no tener respuestas a preguntas que ni sé cómo formular.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Capítulo XLI: ¡No sé por qué los domingos por el fútbol me abandonas!

Resulta, yo no lo sabía, que en españa los futbolistas extranjeros, fichados con contratos millonarios que se ve que no les daran para comer, porque luego, ¡los pobres!, se tienen que dedicar a anunciar zapatillas y coches y natillas y colacaos para llegar a fin de mes, declaran menos a hacienda que sus compañeros españoles, igual de necesitados de la publicidad para pagar el alquiler y el colegio de los niños. O algo así. Mire, yo es que de fútbol no entiende. Total, lo que pasa es que el Sr. 600.000€/año paga los mismos impuestos que el Sr. 30.00€/año.

Pero resulta que ahora alguien, tampoco sé muy bien quién, ha decidido que eso no vale, que es injusto, como el sistema impositivo de tramos que tenemos en este país, pero, ¡ah!, con ése, nadie se mete, y bueno, ahora los futbolistas extranjeros pagarán como todo hijo de vecino. Que también es para decir, ¡oiga! Si resulta que no es el clima, ni la dieta mediterránea, ni la cultura lo que atrae a los extranjeros, ¡es Hacienda! Los señores de los impuestos podrían hacer un calendario, todos desnudos cubriéndose estratégicamente con declaraciones de la renta y sellos de tampón, la bomba, vamos.

Huy, que no sé por dónde iba. Ah, sí. Que el Sr. Liga Española (Española por parte de madre, Liga por parte de padre), que es el que maneja todo el cotarro y decide qué miércoles me va a tocar volver a casa en un metro a reventar de turistas que entienden que la vida está para que las suelas de los zapatos se peguen a los charcos de cerveza que derraman con tanto cariño cuando acuden en masa a ver el partido, ése señor, dice que los clubes de fútbol, que son entidades de una alarmante precariedad económica comprobadísima porque todo, ¡todo! lo hacen por el bien del aficionado, van a perder mucho dinero, que ésos pobres jugadores tendrán que hacer más anuncios y que eso no puede ser.

Que si les obligamos, muy a su pesar, con gran pena en el corazón, tendrán que ir a la huelga.

Y a mí me parece la mar de bien. ¡Es el derecho del trabajador! Que salgan todos a manifestarse, que repartan panfletos, ¡todos unidos! Y si hay que pasar una semana sin fútbol, ¡se pasa! ¡Una y las que haga falta, yo me sacrifico gustosísima!

Imaginen, sin embargo, el drama nacional. Sábado por la noche. Las familias reunidas alrededor del televisor, y... nada. Como una noche de apagón, pero con luz.

Y, aprovechando que hay luz, y que la programación de los sábados por la noche, no nos engañemos, es, por decirlo con suavidad, una boñiga de vaca pinchada en una rama reseca, ¿por qué no ponerse cómodo y abrir un libro?

miércoles, 14 de octubre de 2009

Capítulo XL: ¡Hay que hacer que John LeCarré y ésta señora se conozcan!

Este vídeo es largo de narices (en la era de la inmediatez, cualquier vídeo que supere los tres minutos es largo de narices, en términos de longitud de apéndices nasales, este vídeo son tres o cuatro Cyranos), pero vale mucho la pena. Vale la pena que lo vean, damas y caballeros, y luego se lo cuenten a todos sus amigos.

CAMPANAS POR LA GRIPE A from ALISH on Vimeo.




Y si quieren un poco más de chicha, la pueden encontrar aquí y aquí.

lunes, 12 de octubre de 2009

Capítulo XXXIX: Cuando están todos muertos y no lo saben

Un pensamiento fugaz, antes de salir pitando a disfrutar de este día de la Hispanidad que hace que sea fiesta pero las tiendas estén abiertas. ¡Viva España!

Llevo días dando vueltas a lo que ocurre cuando un autor tiene miedo de lo que ha escrito. Ahora diría que eso ya no ocurre tanto, porque somos muy modernos y estamos muy avanzados y ya no nos escandalizamos de nada, y en las novelas de los niños hoy en día hay sexo, drogas y Jonas Brothers.

Pero me atrevería a sospechar que el modelo "Personajes viven aventuras que, miradas bocabajo y entornando los ojos detrás de una pantalla de papel cebolla podrían llegar a ser consideradas profanas y al final resulta que todo fue un sueñoTM" nació gracias al temor de un autor a las represalias por el contenido de su obra. Seguro que, en aquel momento, al autor le pareció un arranque de genio que convencería hasta al jurado más inflexible: "¡No, señor juez, no fui yo! ¿Cómo voy a controlar el subconsciente de mis personajes?

Y con esto y un bizcocho...

viernes, 18 de septiembre de 2009

¡Yo untaré!

Me acabo de enterar (el resto del mundo, al parecer, ya lo sabía; desde que la mula se puso enferma, las noticias llegan tarde a "La ejecución del autor ha sido cancelada"), por los estimables Comic Book Queers, el podcast sobre cómic que más tiempo emplea en hablar de mallas o con qué superhéroe se acostaría uno, que Frank Darabont (La milla verde, Cadena perpetua) dirigirá una adaptación televisiva de The Walking dead, serie escrita por Robert Kirkman y dibujada primero por Tony Moore, y luego por Charlie Adlard. ¡Ya tardáis en escribir a Cuatroº para que compre los derechos!



Filacterias

del DRAE, zombi.

(Voz, de or. africano occid.).

1. m. Persona que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad.

2. adj. Atontado, que se comporta como un autómata.

martes, 15 de septiembre de 2009

Capítulo XXXVIII: Y que tampoco se deje caer por la fiesta del Vanity Fair

Vuelta al cole después de un verano en el que M ha hecho el vago, asistido a entierros y aprendido a hacer ganchillo (todo absolutamente verídico, hasta lo del ganchillo: pueden ver -y adquirir- mis fabulosas creaciones, y otras aún mejores de manos del pequeño lord Fauntleroy aquí). Vuelta con la intención de ser un poco menos cursi. A partir de ahora, en "La ejecución del autor ha sido cancelada", abandonamos el espejismo de educar a las juventudes porque esto lo leen cuatro, y mal pagados, y ya bastante talluditos, y diré palabrotas, obscenidades, y otras ordinarieces si me sale del...

...del...

Perdón, es difícil abandonar el coríntelladismo. Llegará con el tiempo.

Voy a inagurar el nuevo curso hablando de una ordinariez en toda regla, para que vean que esto va en serio: La adaptación al cine de la novela de Audrey Niffenegger "La mujer del viajero en el tiempo".

Admitiré sin sonrojarme que esperaba esta película con muchas ganas. La novela me fascinó, por resolver con elegancia triple los escarpados alcantilados de las historias sobre viajes en el tiempo, y por ser más románticodramática que "Los puentes de Madison". Me encantó el punto punkie, muy claramente emanado de la autora, que es así como superartística y posmoderna y especialita, con las drogas, e Iggy Pop con el "I scream, you scream, we all scream for ice cream". El papel maché larger than life de Clare, el punto entre Woody Allen y héroe trágico de Henry. Puedo decir con la cabeza bien alta que "La mujer del viajero en el tiempo" fue mi libro favorito del 2007.

Así que todos comprenderán que esperaba con muchas ganas la película. Pero pronto empezaron los malos presentimientos. A mí Eric Bana sólo me gustó en "Troya", porque, en términos relativos, su actuación en esa película fue de Premio Nobel. Pero nada más me convenció. Ni la cara de granito que ponía en "Munich", ni la cara de granito que le puso el maquillaje en "Star Trek". Rachel McAdams sí que me gustaba, pero no era la Clare que el libro me dio a entender. Y luego la fecha de estreno, que se retrasaba, y se retrasaba, y se retrasaba...

Así que, finalmente, vi la película a mediados de agosto, en un cine encantador que olía a caldofrán junto al teatro principal de Plymouth (Inglaterra). Que hacía conjunto con lo encantadora que es la película. ¡Ay, qué encantadora! Desde la sonrisa de cien watios de deliciosa sorpresa de Rachel McAdams cada vez que Eric Bana aparece en escena (será porque está desnudo la mayor parte del tiempo), la sonrisa dentuda e igualmente encantada de la vida de la niña que hace de Alba, ¡qué madura! ¡qué encantadora!, la simpatiquísima secuencia en la que Clare y Henry encuentran la casa de sus sueños. ¡Qué encanto! ¡Qué delicia! Y hasta el final, ¡qué sol tan bonito hace! ¡Qué chaquetilla de punto más mona lleva puesta Rachel McAdams!

¡Qué encanto! ¡Qué adorable! ¡Qué ganas de que termine la película para dejar de sufrir!

"The Independent" comparaba "La mujer del viajero en el tiempo" con "El curioso caso de Benjamin Button", por su alarmante falta de sentido del humor y su absoluta vacuidad. El acertado reportero decía que, si el mensaje de "Benjamin Button" es "¿A que da pena cuando la gente se hace mayor?", el de "La mujer" es "¿A que da pena cuando la gente se muere?"

Todo, todo lo que podía dar a esta película un cierto tono de profundidad, de interés, de morbillo, si quieren, ha desaparecido tras un (es)tupido velo, barrido por un plumazo, obliterado, adiós, bye, bye. Lo que queda es un pastelón que desaprovecha de una forma escandalosa tantas oportunidades narrativas que uno acaba pensando que el equipo entero sufría de ceguera cognitiva y que, lo peor de todo, se toma a sí mismo taaaaaan en serio como un velatorio. Lo que podría haber sido una discreta obra de culto (¡con menos encanto! ¡con morbillo! ¡con autoparodia!) es una chorrada digna de los telefilmes que Antena 3 solía programar en las sobremesas de los fines de semana.

Así que no, Bruce Joel Rubin no será nominado al Oscar al mejor guión adaptado (ganó el Oscar al mejor guión en 1991 por "Ghost"), y eso no le sorprenderá para nada. Porque este guión lo escribió con los pies. Mientras dormía con la radio puesta.

lunes, 3 de agosto de 2009

Capítulo XXXVII: J'accuse, ¡y bien a gusto que me quedo!

Justo recordaba el otro día aquella escena de las primeras temporadas de "Friends" en la que Chandler quiere poner burra a su novia Cathy, así que acude a Monica y Rachel para que le den consejos. Monica le dibuja un diagrama del cuerpo femenino con sus correspondientes zonas erógenas, a las que pone números y procede a enumerar en el orden en el que deben de ser estimuladas. La escena culmina con el ya mítico "Siete... Siete... ¡Siete...! ¡Siete! ¡Siete! ¡SIETE! ¡¡SIETE...!! SIETE".

Esta escena es un simpático guiño a la escena de la hamburguesería de "Cuando Harry encontró a Sally", y ha pasado a ser uno de los momentos más recordados de la serie.

Por eso, comprenderéis mi sorpresa, cuando ayer por la noche, tragando indecentemente con esa desfachatez bullanguera y estridente que es "Escenas de matrimonio", que mi hermano prepubescente sigue con una religiosidad alarmante, me encontré con que la parejita de los jóvenes pipiolos, aquella que representa que hace poco que viven juntos, y él es medioguapo y quiere ser escritor y me parece que antes la chica era otra que ahora sale en "Aída", ¿saben?, mi sorpresa, digo, al ver que esta parejita plagiaba descaradamente esa escena.

Claro que la plagiaba a vuelapluma, sin darle tono ni intención, de una forma que parecía relleno puro, vamos, que no tenía ni puñetera gracia.

Señores guionistas, si van a plagiar, plagien hasta el fondo, ¡copón! ¿O es que no saben que ahora eso se llama homenaje?

viernes, 24 de julio de 2009

Capítulo XXXVI: La oruga tiene hambre

Hace unos días tuve una acalorada discusión (acalorada para mí; a mis interlocutores, la verdad, ni les iba ni les venía el asunto) sobre la naturaleza literaria o no del guión cinematográfico.

La discusión surgió al cuestionar si para un autor literario, un novelista, pongamos, no sería "rebajarse" el ponerse a escribir para el cine. Cito textualmente, "sería como poner un caballo de carreras a arar campos".

¿De verdad?

Es cierto que puede considerarse que el guión cinematográfico es incompleto, porque no su función última no es ser encuadernado y leído. Un guión se hace para transformarlo. Un guión es una larva, una oruga, para la que se teje un capullo del cual, si todo va bien, saldrá una hermosa mariposa.

¿Significa eso que no tiene valor en sí mismo?

Si analizamos el caso del teatro, hay obras que a veces dan la impresión de haber sido escritas, no para ser representadas, sino para que la gente con gafas de pasta las lea mesándose la barbilla y poniendo cara de pensar. Yo en el colegio estudié a Shakespeare, Bertold Brecht y a Arthur Miller, y lo más cerca que estuve de ver estas obras representadas fue un vídeo de la dramatización de "Muerte de un viajante" con Dustin Hoffman* y John Malkovich. Y en otros colegios se estudiaba a Sófocles, Ibsen o Chéjov, por poner algunos ejemplos.

Y no es que esas obras sean precisamente poco representables. Algunas de las creaciones de Samuel Beckett hacen pensar que las escribía sólo para mondarse de risa mientras Los Críticos se partían el melón tratando de descifrarlas, todo para acabar definiéndolas como "ecos de esta sociedad postmoderna...", "irreal como la vida misma...", etcétera, etcétera, etcétera.

Así que hay teatro experimental, teatro que, podríamos llegar a decir, se escribió más para ser leído que para ser visto sobre un escenario. ¡Chachi! Pero, ¿guión para ser leído? ¡A dónde vas a parar!

Pero, ¿por qué no? Ocurre que el teatro, entendido como el hecho de poner palabras sobre papel para su posterior representación, es una forma literaria reconocida que tiene algunos milenios de antigüedad. El guión de cine, en comparación, aún va en pañales. El cine, ¡for crying out loud!, aún va en pañales. Así pues, estará clarísimo que tildar el guión cinematográfico de infraliteratura es prematuro y un error de juicio gordo.

Hay novelistas que se dejaron camelar por el contrachapado de oro de Hollywood y se lanzaron a escribir guiones. ¿Y quién se acuerda de los guiones de Scott Fitzgerald o Faulkner?, me dijeron. ¿Y qué?, digo yo. Es cierto que lo que la mayoría de gente recuerda más del paso de Scott Fitzgerald por el cine fue la cirrosis de caballo que pilló, pero el hecho que buenos novelistas no sean recordados por sus guiones no significa que la institución del guión tenga menos valor, significa, simplemente, que ésos novelistas no eran tan buenos guionistas como novelistas. Y punto. Charlie Kaufman no ha escrito una novela en su vida, pero será recordado, si es que hay justicia en este mundo, como un guionista extraordinario. Dave Eggers, que tiene premios literarios a espuertas, ha colaborado con Spike Jonze en el guión de "Donde viven los monstruos", y me da que será un guión B-U-E-N-O porque Dave Eggers es un señor con una visión. Dejadme que os hable de Dave Eggers otro día, porque lo de Dave Eggers es magia pura.

El buen guión se convierte en invisible en las manos de quien lo lee. Un buen guión debe ser capaz de que la película se forme en la mente del lector utilizando una serie de recursos muy básicos, pues la metáfora está prohibida ("Un hombre entra en la habitación. Sus ojos parecen aceitunas en un plato de leche." ¡Mal, MAL!). ¿Y conseguir eso, se considera infraliteratura?

Como contraejemplo, hay un ejemplo de guión que está aún más marginado, literariamente hablando, que el de cine. Y puede que con más razón. Se trata del guión de cómic. ¿Alguien ha visto alguna vez un guión de cómic publicado independientemente? I didn't think so. ¿Tendría sentido? Estoy tentada de decir que no. ¿Qué opina el respetable?


* He tenido que pararme a pensar antes de escribir su nombre. De pequeña, tenía un cacao mental que me hacía confundir a Dustin Hoffman, Al Pacino y Robert DeNiro.

miércoles, 22 de julio de 2009

Capítulo XXXV: Esto, Fernandito, es LA MAGIA DEL CINE*

* Pronunciar con voz trascendente y cavernosa.




Spike Jonze puede haber descubierto el gran filón de la cultura popular infantil de menos de veinte páginas. Próximamente, "Puff, el dragón mágico" y "The very hungry caterpillar", en los mejores cines.

viernes, 17 de julio de 2009

Capítulo XXXIV: Dejad que los niños se acerquen a mí, ¡pero no mucho!

Al leer cosas como ésta, uno acaba pensando que George Orwell no iba tan desencaminado, y en la pérfida Albión se le tiene manía a la gente en general.

Resumo la noticia: a los autores de literatura infantil y juvenil de Gran Bretaña se les retuercen las bragas porque tienen que pagar la tramitación de una comprobación de su entorno y expediente criminal para que el gobierno se asegure de que no son pedófilos depravados y les permita dar charlas en escuelas.

La misma tasa y tramitación tienen que pagarla profesores, personal de la escuela (desde recepcionistas a cocineros), líderes scout, pediatras, asistentes sociales, socorristas de piscina y, en general, cualquier persona que tenga un contacto frecuente y/o intenso con menores (la ley también se hace extensa a adultos en situación de dependencia o vulnerabilidad, y recibe el nombre de "Vetting and Barring Scheme"). No, no sé si los curas también lo pagan.

Eso está muy bien. Que se haga lo posible por proteger a los niños con medidas preventivas como ésta, en lugar de llorar y retorcerse las manos después. Gran Bretaña se enorgullece de tener uno de los dispositivos anti-pedofilia más avanzados del mundo. También son el país con más cámaras de vigilancia por habitante. Son esas cosas que, a priori, parecen muy buena idea, o parecen estar dirigidas a fines muy nobles y muy útiles, pero cuantas más vueltas se les da, más inquietantes parecen.

Los autores que aparecen en el artículo se manifiestan "insultados" ante esta medida "ridícula", y, consideran que afectará de forma negativa la relación entre los autores y los niños que les admiran. Es fácil de imaginar que, a partir de ahora, en las clases tendrán lugar los siguientes anuncios: "Atención, niños, mañana nos visitará el autor Fulanito de Cual, QUE NO ES UN PEDÓFILO. ¿Qué querréis preguntarle?".

Es importante, repito, proteger a los niños. Muy importante. Pero también es importante no darse a la histeria colectiva y entrar en posibles espirales de desquicio como la que ésta situación podría dar pie. ¿Los conductores de autobús, también tendrán que pasar este control? ¿Los propietarios de tiendas de golosinas? ¿La gente que vive al lado de una escuela?

También cabe anotar que la gran parte de abusos a menores tienen lugar en el interior del hogar. Los padres, las madres, las familias extensas, ¿también serán sometidas a controles?

viernes, 3 de julio de 2009

Donde el corazón se inclina, el pie camina

En estos días de calor achicharrante, en los que uno teme salir de casa, no vaya a quedarse frito sobre el pavimento, el pequeño Lord Fauntleroy y yo, sentados muy juntitos en un vagón de metro gloriosamente refrigerado, leemos.

Él redescubre a Mark Twain con "Huckleberry Finn". Yo me reencuentro con mi infancia gracias a un ejemplar muy manoseado de "La revoltosa del colegio", de Enid Blyton.


Filacterias:

del latín, antebellum: Literalmente, "antes de la guerra", aunque por cómo suena la palabra, yo nunca lo hubiera dicho. Se utiliza especialmente en inglés para referirse al sur de los Estados Unidos antes de la Guerra Civil. En el antebellum South, el tío Tom vivía feliz en su cabaña comprada por la hipocresía, las familias blancas tenían exquisitos modales y enormes campos de algodón, y, en un pequeño villorrio, Tom Sawyer tramaba ardides para no tener que encalar una verja.

viernes, 5 de junio de 2009

Capítulo XXXIII: El colchón de los muelles rotos

Tras pasar unos días de retiro en Cornualles en compañía del pequeño lord Fauntleroy, de beber té en cantidades industriales en tazas del tamaño de orinales, y de dar largos paseos por la campiña inglesa esquivando graciosamente boñigas de vaca, "La ejecución del autor ha sido cancelada" regresa con un tema chinchante de rabiosísima actualidad.

Bueno, no. De rabiosísima actualidad, me temo que no es, porque parece que nadie habla de ello. Lo cual me hace pensar, o bien que en este blog somos unos pioneros visionarios sobre la literatura y algún día se hablará de nosotros en los libros de texto, o bien que éste es un tema que ya se ha tratado hasta la saciedad y se ha llegado a conclusiones supersecretas y supersesudas de las que no tenemos noticia, o bien que, simplemente, es una obviedad y a nadie le importa una boñiga de vaca como las susodichas.

El caso es que hace ya un tiempo que he llegado a la conclusión que, en cuestión de géneros, en literatura hay dos: uno es la LITERATURA, y el otro es todo lo demás.

Por si mi agudísima utilización de los recursos paralingüísticos no lo ha dejado claro, la LITERATURA es gorda e importante, y todo lo demás, no.

La LITERATURA es la que gana los premios Nobel. La que se estudia en los colegios. Y en las universidades. La que la gente cree que debería leer, pero no se atreve. La de los libros tochos. La que escriben señores con barba que aparecen en estilizadísimas fotos en blanco y negro en las solapas de las lujosas ediciones en cartoné de su última novela. La que se discute en los círculos sesudos.

Todo lo demás es lo que lee la gente.

No me malinterpretéis. No pretendo decir que ser laureado y estudiado y aclamado universalmente por la crítica sea malo. Me encanta Kenzaburo Oe, y "El señor de las moscas", y Heinrich Böll, y ya sabéis lo que pienso de TS Eliot. Y todos estos señores, y todos los autores que han recibido grandes galardones los merecieron, y en su mayor medida fueron otorgados justamente (y digo en su mayor medida, porque si tenemos en cuenta la estadística, y la tendencia a la mafiosidad del gremio, mejor lo dejamos en suspense).

Pero no son los únicos, ¿me explico?

A veces pienso que, para que una obra de literatura se convierta en LITERATURA, es estrictamente necesario que hable del año que Agnete perdió la virginidad bajo los almendros en flor, mientras el tío Darius miraba por la ventana de la cocina... Para explicar que el ser humano es un nada en la inmensidad del universo, y que la vida son cuatro días...

Y lo genial es que hay obras que logran que eso sea interesante. Que signifique algo. Que un lector pueda verse reflejado, desnudado, cautivado en circunstancias que, aparentemente son, para parafrasear a un héroe de la literatura ninguneado por la crítica, un rollo repollo.

Lo no tan genial es cuando se asume que sólo puede crearse LITERATURA a partir de estas premisas, y aparezca toda una corriente aspiracional de autores que tienen almendros en flor hasta la saciedad pero no tienen la menor idea de hacer con ellos, lo cual no les impide intentarlo. Una y otra vez. Llenando las estanterías de obras que gritan "¡Miradme! ¡Miradme! ¡Soy trascendental!" pero se desinflan como la col que uno compra con muy buenos propósitos todas las semanas pero acaba languideciendo en el fondo de la nevera a la que uno llega al segundo párrafo.

El problema es que este tipo de literatura parece haberse convertido en la única carretera para la eternidad. El problema es que la LITERATURA nunca ha acogido a una obra, por ejemplo, de ciencia ficción, en su seno. O de fantasía. O de misterio.

El problema es que, en literatura, los géneros convencionales, que tan fácilmente se asumen en otras disciplinas, son un estigma. Si una obra es de género, entonces ya no puede ser BUENA.

Entre las películas ganadoras del oscar a mejor ídem de los últimos veinte años hay películas históricas, comedias, épicas fantásticas y dramones de rompe y rasga. Los ganadores y finalistas del premio Pulitzer de los últimos años tienen mucho que ver con todo lo discutido arriba acerca de la LITERATURA.

De nuevo, no deleznamos el valor intrínseco de esas novelas. No es de eso de lo que va este post.

Pero si yo fuera la señora Nobel, le daría un premio a Terry Pratchett. Y si habéis leído a Terry Pratchett, estaréis de acuerdo conmigo. Y si no lo estáis, pues os aguantáis un poco, que aquí la hipotética señora Nobel soy yo.

También le hubiera dado, en su momento, un premio Nobel, o lo que concurriera, a Ana Frank. Si entendemos la literatura, no sólo como un resultado, sino como un proceso, lo de Ana Frank fue una tarea espectacular.

Lo que quiero decir con esto es que no tengo muy claro lo que quiero decir. No niego la LITERATURA, pero me gustaría que se tratara con un poco más de cariño a todo lo demás.

¿Qué piensa el respetable?

sábado, 30 de mayo de 2009

Capítulo XXXII: Scott McCloud me ha estrechado la mano, ¡dos veces!

Otro día en el Salón del Cómic de Barcelona. Hoy, mucho menos agotador, porque sóle he ido para ir de conferencias. Como anuncié hace unos pocos posts, Scott McCloud ha venido, y hoy daba su conferencia, y a lo mejor no me hubiera dejado arrancar el hígado por ir, pero tenía muchas, muchas ganas.

Si yo no tuviera padre, me pondría en adopción para hacerme hija de Scott McCloud. Hay que ver, qué señor más majo. Y qué conferencia tan amena y fantabulosa. Estos americanos serán muchas cosas, pero de hacer conferencias amenas y fantabulosas, saben un rato.

Lo que sigue es una transcripción de las notas que he tomado durante la conferencia. Lo que aparezca entre comillas son citas directas (traducidas), y lo demás espero que, por un lado u otro, tenga algún sentido. Hay mucho sacado de su obra, así que si habéis leído sus libros acerca del cómic, eso que tendréis ganado.

Y sin más preámbulo, ¡tachín, tachín, chimpún!, comienzo.

"Nadie nos dio a elegir el mundo en el que nacimos. Creo que tenemos el derecho, como seres humanos, de poder escapar a otros mundos [a través de la lectura, los videojuegos, el cine...], y de crear otros mundos a los que poder escapar."

Cada medio tiene una forma distinta de construir estos mundos, pero nosotros sólo nos quedamos con la esencia, la narración (el arco proscénico, que separa al espectador del escenario, desaparece). ¿Pero qué ocurre si el escenario cambia constantemente? Es lo que ocurre con las nuevas tecnologías. Para contar historias en estos medios tenemos que entender cuál es el modelo que inspira estos cambios:

Proceso:
- Aparece una idea
- Varias personas (genios, locos), desarrollan la idea
- Otros la ponen en práctica
- Una de esas puestas en práctica funciona y empieza a generar dinero
- Surge toda una construcción empresarial/comercial alrededor de esa puesta en práctica
- Hasta que se genera una nueva idea, y vuelta a empezar.

Durante su infancia y adolescencia, McCloud se reunía con unos amigos (Chris Bing, Ted y Brian Dewan y Kurt Busiek), y solían jugar a una especie de Cadáver exquisito, pero en viñetas, que ellos llamaban 'Quantum Comics': Alguien inventaba un título, y otra persona dibujaba la historieta.

El contacto con estos tres amigos le dio a McCloud tres perspectivas a la hora de entender el cómic:

1. El cómic como forma de narrar > Animismo
2. El cómic como una manifestación de maestría artística > Clasicismo
3. El cómic como algo duro, honesto, auténtico > Iconoclasmo

Pero a McCloud le faltaba una perspectiva, algo que le moviera más que las demás, que fue la defendida por Eisner o Spiegelman, el cómic por el cómic:

4. El cómic como forma de arte > Formalismo

Esta teoría es peligrosa, porque no es bueno encasillar a la gente. Más que como categorías, debería de entenderse a estas definiciones como fuegos de campamento, alrededor de los cuales uno puede sentarse y calentarse, para luego alejarse y acercarse a otro.

La categoría número 4. es la que entiende el cómic como algo científico, sujeto a la experimentación. Pero, ¿cómo podemos ver el cómic de una forma científica?

Formatos (en orden de aparición -más o menos-)
- Prensa
- 'Comic book'
- Novela gráfica
- Cómic europeo
- Manga
- Webcomic

=> El denominador común es que, en todos los casos, se trata de un MEDIO VISUAL, en el que las palabras, las imágenes y los símbolos trabajan juntos para se percibidos a través de la misma.

La mente humana funciona desde la perspectiva de lo humano, y se esfuerza por construir formas y significados familiares por escasos que sean los medios.

LOS CÓMICS COMUNICAN EL SENTIDO DEL TIEMPO A TRAVÉS DEL SENTIDO DE LA VISTA.
Crear un cómic es crear un mapa del tiempo.
El artista crea algo que ver en cada viñeta, y algo que imaginar entre ellas.

El cómic existía antes de la imprenta (Egipto, Roma, Edad Media...), y, por lo tanto, es razonable esperar que segurán existiendo después de la imprenta.

Hay seis expresiones faciales básicas que pueden mostrarse en distintas intensidades. La mezcla de estas expresiones genera emociones distintas (y ésta página web es la monda).

Lenguaje corporal ('Involvement vs. Space', historieta de Will Eisner)

Webcomic

Si entendemos los cómics como un mapa del tiempo, no debería haber ninguna necesidad de fragmentarlos en páginas (pantalla como ventana, "lienzo infinito"). Cuando vemos los cómics como una ventana, podemos hacerlos de la misma forma en la que se compone la música, sin temor a chocar con el final de la página ("Pup contemplates the death of the universe", de Drew Weing).

"The right number" (Scott McCloud); Cada viñeta está incrustada en el interior de la anterior (¡algo imposible de hacer con medidas razonables de papel!)

Daniel Merlin Goodbrey

Todos los cómics pueden ser colocados sobre un gran lienzo. En libros, películas y obras teatrales, siempre es el ahora, pero en los címics, presente, pasado y futuro rodean al lector al mismo tiempo.

Qué es una historia?

Una historia tiene que ver, principalmente, con el deseo...

"El mago de Oz" > El deseo de Dorothy es EL HOGAR
"¡Qué bello es vivir!" > El deseo del personaje de George Bailey es VER EL MUNDO
"La Sirenita" > El deseo de Ariel es estar entre HUMANOS

... y la forma de contar la historia tiene que ver con si el deseo se cumple o no, y si ese deseo se transforma o no. Raras veces se cuenta una historia desde el nacimiento hasta la muerte de un personaje, sino que se cuenta desde la aparición del deseo hasta su resolución.

Neil Cohn: Información sobre comunicación visual y cómic.

En la tradición francobelga ("hijos de Hergé"), la prioridad es crear un mundo.
En la tradición japonesa ("hijos de Tezuka"), la prioridad es hacer que el lector se sienta partícipe en la acción.
En los Estados Unidos, los personajes de cómic SABEN que el lector está ahí, y raramente le dan la espalda.

Scott McCloud ha asesorado a varias compañías sobre el uso del cómic en plataformas de videojuego, pero no dice nada por si resulta que es ilegal divulgarlo.

¡Tararí, chimpún chimpún! Fin

viernes, 29 de mayo de 2009

Capítulo XXXI: El síndrome del autor huérfano

He llegado a casa destrozada tras un largo día en el 27º Salón del Cómic de Barcelona. La mañana ha traído consigo un chasco considerable, pues la muy vituperada traducción con la que yo tenía que mediar entre Bayarri y Llassans y el señor Dargaud, que Bayarri publicitó en su blog, no ha tenido lugar, pues la organización ya había puesto traductores a los editores invitados. Vamos, que me lo dicen y me ahorro la carrera del taxi.*

Y por la tarde, mi objetivo era doble: David Rubín y Scott McCloud. McCloud es un señor americano pura cepa, majo como él sólo, ¡y qué gusto da el fordismo con el que despacha las firmas! Pim-pam-pum, en veinte minutos se ha liquidado a dos tercios de su cola. Un "For Fulanito", una firmita, un garabato y cenquiuberimach.

Pero David Rubín, ah, David Rubín es otra historia. David Rubín escribe dedicatorias de cinco líneas y hace unos dibujos que es para que a uno se le salten las lágrimas. David Rubín es capaz de pasar más de cinco minutos por dedicatoria. Pero sus fans le perdonamos, porque es divino y maravilloso, y le quiero con locura. David Rubín, David Rubín, si lees esto, yo era la número siete de la cola, la señorita vestida de Miss Moneypenny que pasaba más calor que un pollo a l'ast y te ha abanicado con tu versión de "Romeo y Julieta".

Al lado de David Rubín estaba José Fonollosa, formando ejemplares de "El viaje de Darwin". Firmando ejemplares es lo que tenía que estar haciendo, pero la triste realidad es que no había nadie, ¡nadie! haciendo cola por él.

Y mi sangre de Médicis** se ha inflamado.

Hace dos años, me pasó lo mismo con Karlien de Villiers, que firmaba "Mi madre era una mujer hermosa", al lado de Purita Campos, que se estaba hartando de firmar ejemplares de "Esther y su mundo" a señoras de mediana edad. Así que compré "Mi madre era una mujer hermosa", y pacientemente esperé a que Karlien de Villiers dibujara, entintara y acuarelara una dedicatoria pantagruélica en la primera página.

Fonollosa no ha sido menos. Me ha dibujado un barco (le he pedido un gorrión; pero ha manifestado ser incapaz de tamaña hazaña artística), y lo ha entintado y sombreado con tinta china. Espero que se haga famoso un día. Así podré decir que yo tengo un ejemplar firmado de cuando molaba.



* En "La ejecución del autor ha sido cancelada" queremos desmentir que seamos unas criaturas aburguesadas que se niegan a utilizar otros medios de transporte público más masificadas. Es que llegaba tarde.

** Figurada. Aunque si alguien me quiere pagar un test de ADN por si las moscas, ¡adelante!

martes, 26 de mayo de 2009

Desde mi mesilla de noche



Inauguro una nueva sección en la que comentaré, a vuelapluma, las lecturas que me ocupenen cada momento. Estoy segura de que el mundo contendrá la respiración ante esta idea tan archifantástica e inédita, pero guárdense los clínex, que no es para tanto.

El pequeño Lord Fauntleroy, que es como he bautizado al galán británico que me corteja actualmente, me prestó una novela de su infancia que perteneció también a su padre durante su niñez titulada "The Box of Delights". Escrita por John Masefield y publicada en 1935, narra las aventuras de un niño la mar de espabilado a quien le es encomendada la misión de guardar una cajita mágica porque su dueño vive bajo la amenaza de una banda de maleantes que quieren hacerse con ella.

La trama, así como los personajes, son de cajón, del cajón del que Enid Blyton sacaría a Los Cinco y a los Siete Secretos, del cajón, en fin, del que se sacaría gran parte de la literatura infantil de posguerra, donde los niños son de un bien educado que asusta, y atrapan a los villanos con una candidez aterradora, y la historia acaba con uno de esos giros finales prefabricados, que más que un recurso narrativo se han convertido en un cliché caricaturesco, del estilo de "están muertos y no lo saben" o "el asesino es el mayordomo".

Sin embargo, la novela contiene un poderoso elemento fantástico que, a pesar de estar poco desarrollado, resulta ciertamente interesante. Incluso se habla de Ramón Llull (Ramon Lully para los bretones) y de sus posibles descubrimientos para viajar en el tiempo y la lectura resulta, ni más ni menos, ¡charming!

domingo, 17 de mayo de 2009

Capítulo XXX: Estas Mujercitas no tejen calcetines calados

Hay un género literario vituperado, desdeñado e incluso insultado hasta la saciedad. La crítica literaria, tan dispersa y poco unitaria en sus halagos, se cierra en banda para poner a caldofrán a todo un género, sin hacer distinciones, ni excepciones. Crucifican a carretilladas de autoras y sus obras. Y punto.

Estoy hablando, y el sagaz lector se habrá dado cuenta por el uso alevoso del femenino en la línea anterior, del género comúnmente denominado como "chick-lit" ("chick", literalmente, "pollita", es el equivalente anglosajón a "¡Mozaa!", y "lit", abreviatura de lo más hip, cool y trendy de "literature"). Según la Wikipedia, literatura por y para mujeres. Según haroldbloomistas y otros críticos literatios de placa en la puerta del despacho, bazofia banal, vergüenza de la literatura de escapismo, ligeramente menos aceptable, en la escala del esnobismo literario que leer a Dan Brown.

Es cierto, y desde "La ejecución del autor ha sido cancelada" nunca mentiremos a nuestros lectores, que un número alarmante del segmento de las librerías dedicado a la "chick-lit" parece girar de forma obsesiva alrededor de los zapatos, el estilo de vida Cosmopolitan y el hombre ideal, y por qué éstas son tres elementos fundamentales en la vida de cualquier mujer contemporánea. Pero no es menos cierto que "El diario de Bridget Jones", que probablemente sea la obra fundacional de este género (porque Jane Austen y las hermanas Brontë hacían LITERATURA, ¡dónde vamos a parar!), es una obra que debería estar en "El nuevo cánon occidental"*.

Lo que descubrí recientemente es que existe todo un nuevo subgénero alrededor de la "chick-lit" dirigida a niñas y (pre)adolescentes. Los títulos y los nombres de los autores son muchos y de muy diversa índole (como corresponde a toda fiebre clasificadora que se da cuando surge un nuevo género, ¿pues no resulta que ahora Scott Westerfeld hace "Fantasía Urbana"? Empiezo a sospechar cada vez más que todo lo que no se considera "LITERATURA" es encajado bajo el restrictivo sambenito de un género.)**

Sea como fuere, hay una reina indiscutible de este género, sub-género, sub-sub... perdón, me he perdido. Alguien que estaba por aquí mucho antes de que el listillo que se inventó lo de "chick-lit" fuera, ya no engendrado, sino pensado.

Hablo de Jacqueline Wilson, esa señora que parece la tía excéntrica que a todos nos gustaría tener, que ha publicado más de una cincuentena de novelas dirigidas a niñas y adolescentes, que no tienen nada que ver con las páginas tóxicas con las que a menudo se pretende entretener a las niñas.



Las historias de Jacqueline Wilson están, por un lado, muy ligadas a determinadas realidades sociales en el Reino Unido ("The Bread and Breakfast Star", por ejemplo, parece un spin-off the "Cathy, come home", sin ir más lejos), que convierten a la autora en una eficientísima retratista de ésas realidades sociales y el efecto que tienen sobre los miembros más jóvenes y más vulnerables de la sociedad.



Pero lo que la convierte en una de las autoras infantiles más brillantes de los últimos años es la precisión con la que captura la voz y la personalidad de sus protagonistas. Narradas siempre en primera persona, sus historias transmiten una y otra vez a sus lectoras que hay alguien ahí que está pasando por lo mismo. No sólo resulta perfectamente verosímil y creíble, sino que funciona como una mano tendida en la aterradora aventura de crecer. Sea cual sea el problema, Jacqueline Wilson ha hablado de él. El hecho de que se limite estrictamente a historias muy realistas, con una clara voluntad de cierto costumbrismo y mucha valoración social las convierte en obras de referencia en muchos aspectos, y muy recomendables para la gente pequeña y los que se suponen responsables de su educación.



Lo que resulta peculiar es que Jacqueline Wilson no deja pasar una oportunidad para referenciarse a sí misma en sus libros, hasta el punto de que en uno de ellos, "Clean Break", la autora favorita de la protagonista se llama "Jenna Williams", y su bibliografía es sospechosamente parecida a la de Jacqueline Wilson... Pero tampoco vamos a ponernos pelmas, y lo adjudicaremos a los simpáticos guiños con los que a la autora le gusta saludar a sus admiradores desde sus páginas.



También merece nuestra atención el hecho de que en ninguna de sus obras la autora prescinde de las ilustraciones de Nick Sharratt. Sharratt, uno de los ilustradores más prolíficos del Gran Bretaña, ha perfeccionado con los años un estilo inconfundible y maravillosamente personal, que resulta del todo natural en las novelas de Jacqueline Wilson dirigidas a los más pequeños, pero no deja de ser una sorpresa refrescante como contrapunto a esos diseños de portada "tan modernos" de la mayoría de novelas para adolescentes para captar la atención de su público objetivo.



* Obra que, no teman, publicaré cuando Harold Bloom muera. No sea que la impresión causada por la lectura de lo que sería ese compendio de eclécticas barbaridades se lo lleve al otro barrio antes de lo estrictamente necesario.

** Próximamente***, una larga y ponderada entrada sobre este tema.

*** Siendo "Próximamente" un término relativo que puede tanto referirse a "mañana" como a "en una dimensión paralela".

lunes, 11 de mayo de 2009

Capítulo XXIX: Fernandito, ¡quién nos ha visto, y quién nos ve!

Resulta que hace unas semanas me enteré de que, ¡albricias y zapatetas!, la editorial Columna Jove acababa de publicar la nueva entrega de las aventuras de Flanagan, el joven detective, el que fue mi Ammor de la tierna adolescencia. Evidentemente, corrí rauda a la primera librería generalista que se me puso por delante, y me llevé el libro firmememente atesorado contra mi pecho.

Lo devoré entre suspiros de nostalgia y amor no correspondido en un vuelo Girona-Bristol (a pesar de las constantes interrupciones de cierta aerolínea cuyo nombre no voy a revelar, pero que sentía la necesidad constante de comunicar a su pasaje por los altavoces que, "¡Tachán! ¡Ahora pueden comprar a bordo deliciosas bebidas y tentempiés Marca Ryanair Anónima, que resulta que es EXACTAMENTE IGUAL a ésa bazofia que sirven otras aerolíneas por cuyos billetes pagan ustedes hasta siete veces más, merluzos!", y "¡Tachán! ¡Ryanair Aerolíneas Anónimas ha aterrizado veinte minutos antes de lo que ponía en su billete porque la hora de su billete está retrasada artificialmente somos la aerolínea más puntual de Europa!").

Pero no dejéis que me vaya por las ramas, y si os cansa que hable de aviones, dad dinerillos a la fundación que está investigando eso del teletransporte. El caso es que, en líneas generales, la novela está bien, aunque parece escrita así un poco como a vuelapluma, como si los autores estuvieran demasiado ocupados tomando el sol en una playa caribeña con toda la pasta que les ha generado la saga de Flanagan. Si Andreu Martín lee esto algún día, se va a poner cardíaco porque haya descubierto su secreto.

Total, que "Flanagan Flashback" no está nada mal, a pesar de lo que yo diga, pero no puede decirse lo mismo de ésta lectora de ustedes. Resulta que sufrí una conmoción mortal cuando leí que, en esta última entrega de sus andanzas, nuestro héroe tiene dieciocho años. Dieciocho años que en la novela se viven como "¡Uuuh! ¡Qué mayor!", y yo viví como un "¡Uuuuh! ¡M está entrando en la decrepitud!".

Porque, a ver. Yo leí "No demanis llobarro fora de temporada" a los, digamos, once años, si no recuerdo mal. Y ahí Flanagan tenía unos trece o catorce. Así que crecimos más o menos codo con codo, lo que contribuyó a alimentar mi infatuación, pero ahora EL MOCOSO ESTE TIENE DIECIOCHO AÑOS. Y ya no me inspira sofocos de Ammor, sino, más bien, ganas de escupir en un pañuelo y limpiarle el chocolate de las comisuras de la boca. Algún listillo desde la última fila saltará que a todos los que empezaron a leer Harry Potter cuando tenían la misma edad que Harry Potter en "La piedra filosofal", y siguieron leyendo a ritmo de publicación les pasó lo mismo, y tendrán razón, pero es que, oiga, a mí Harry Potter, sofocos, ninguno.

Ahora que lo pienso, me ocurrió lo mismo al leer "El Club de las canguro" (estaremos de acuerdo en que podría ser peor), cuando los trece años me parecían el colmo de la madurez, porque ¡tus padres te dejan salir hasta las nueve menos cuarto!, y ¡ganas tres dólares la hora haciendo de Mary Poppins a unos niños malcriados!. Y luego pasé de los trece, los catorce y los quince y todos los que vinieron detrás, y lo que probablemente fue el Bridget Jones de mi adolescencia, se convirtió en "esos libros sobre niñas espabiladas". Como los libros de Enid Blyton.

No sé por qué, pero a los niños de Enid Blyton nunca los vi mayores...

martes, 14 de abril de 2009

Capítulo XXVIII: ¡Mamá televisión nos cuida bien A TODOS!

Señoras, señores, si tienen en sus casas, lugares de trabajo o gimnasios un televisor en plenas facultades televisivas, desde "La ejecución del autor ha sido cancelada" les pedimos con nuestra mejor sonrisa, les instamos, les suplicamos que conecten hoy con el canal autonómico catalán K3 puntualmente a las 13.40 O a las 20.05 O a las 20.30.

Porque hoy se estrena ESTO.



¿Y qué tiene ESTO de especial?, se preguntarán. Pues bien, les diré que la única, la inimitable, la inefable Enigmática M ha dado voz a uno de los personajes.

Es decir, yo.

Yo, yo, ¡YO!

Queda dicho.

Este mensaje es especialmente válido para aquellos lectores que disponen de audímetro en sus casas. Porfi.



P.D.: No tiene nada que ver con lo anterior, pero es que si no lo digo, reviento. Me acabo de enterar por el blog de Guillem Bayarri de que SCOTT McCLOUD vendrá al XXVII Saló del Còmic de Barcelona. ODIOSMÍODIOSMÍODIOSMÍO. ¡Mamá, sácame el saco de dormir que me voy a hacer cola!

jueves, 2 de abril de 2009

Capítulo XXVII: Zack Snyder ama el cómic, Frank Miller ama a Frank Miller, y Alan Moore es un señor muy peludo


Es un hecho que las adaptaciones de cómic postmoderno están resultando más rentables que el juego de cuchillos jamoneros que regalan con el periódico. Esto es así porque de estas adaptaciones surgen películas que atraen a los cines a perfiles muy distintos de espectador, a saber:

a) Fans hardcore del cómic que esperan la película tanto o más que su primera relación sexual.

b) Fans hardcore del cómic que esperan la película tanto o más que su primera relación sexual para ponerla a caldo y sentirse muy indignados y con mucha superioridad moral para decir que Alan Moore es DIOS, Hollywood está lleno de profanos filisteos y la película nunca, NUNCA supera al libro.

c) Modernillos y gafapastas que no han leído el cómic pero saben que está de moda y es bastante alternativo y, por lo tanto, les interesa. Muy probablemente, acabarán diciendo que la película nunca, NUNCA supera al libro.

d) Adolescentes que no han leído el cómic, ni ganas, y que van a ver "Watchmen" esperando otro "300", y se van a quedar a cuadros.

e) Gente que se dejó las gafas en casa y se equivoca de sala en el cine. ¡Pasa más a menudo de lo que crees!


A lo mejor resulte un poco lerdo triangular "3oo" con "The Spirit" y con "Watchmen", pero parece evidente que las tres pertenecen a un mismo movimiento, al que titularé ahora mismo con un título digno de todos esos intelectualillos que han llenado miles de posts en sus miles de blogs comparando los atributos del Dr. Manhattan del cómic con los de Billy Crudup.

Y en "La ejecución del autor ha sido cancelada", no seremos menos.
Si esto fuera una película de Paco Martínez Soria, y Billy Crudup una moza
de buen ver, el pie de foto diría "¡La Virgen, qué domingas!"



Lo llamaré EL ONANISMO DE LA VIÑETA EN LA PANTALLA CINEMATOGRÁFICA.

¿Cómo se te queda el cuerpo, Fernandito?

Empecemos por el principio: Cuando Zack Snyder dirigió "300", el chaval de quince años que llevaba dentro y había alucinado en colores (y, probablemente, también se habría excitado más de lo que las hormonas heterosexuales permiten admitir al ver los cuerpos ebúrneos de los espartanos) con el cómic y sentía reverencia divina por Frank DIVINO Miller, así que hizo la película que Frank DIVINO Miller vio en su cómic. Y cuando Frank DIVINO Miller vio lo bien que quedaba su cómic en la gran pantalla, se dijo "¡Pues si resulta que yo ya sé dirigir y no lo sabía!".

Así que Frank DIVINO Miller, con esa cara de desayunar limones que tiene, cogió lo que había aprendido trabajando con Robert Rodríguez, y se dijo, ¿me adapto a mí mismo otra vez? NOOOO. Veamos, ¿quién anda por aquí que sea más DIVINO que yo?

Freud lo hubiera pasado bomba analizando la relación entre Frank Miller y Will Eisner. Will Eisner era feliz en su papel de sabio y benévolo maestro, pero Frank DIVINO Miller creo yo que no estaba muy contento con ser el Pequeño Saltamontes. Tal vez le gusten los saltamontes, pero es evidente que, de pequeño, nada. Frank Miller quería ser el GRAN Saltamontes. El ENORME Saltamontes. El GIGANTESCO HASTA PROPORCIONES ALIENÍGENAS Saltamontes.

Así que adaptó "The Spirit". Adaptó aquí es una palabra que, precisamente, se adapta perfectamente a la situación. Mi teoría, y por favor corregidme si me equivoco es que Frank Miller estaba celoso de Will Eisner. Celoso de su papel como padre del cómic moderno, de la novela gráfica que le da de comer. Celoso de su obra. Seguro que Frank Miller en el fondo está convencido de que, si él hubiera nacido antes, el padre de la novela gráfica ahora desde luego no se llamaría Will Eisner.

"The Spirit" es, pues, el Evangelio según San Miller. Y no es que eso sea malo. De hecho, resulta refrescante ver una revisión tan independiente de un clásico. SI NO FUERA PORQUE ESA VISIÓN ES, ESENCIALMENTE, SIN CITY, TOMA DOS TAZAS. Mis momentos preferidos de toda la película fueron aquellos en que Frank Miller no podía girar la espalda a sus ancestros y honraba al padre haciendo honor al original. Si sonreísteis al ver la primera pelea entre Gabriel Macht y Samuel L. Jackson, ya sabéis de lo que estoy hablando.

¿Lo que peor me supo? Los títulos de crédito finales. Cuando empezaron, pensé: "Ay, qué bonito, Frank Miller homenajea a Will Eisner poniendo dibujos originales". ¡Angelico! Frank Miller se homenajea a sí mismo, relegando a Will Eisner a la letra pequeña de los créditos. Eso, señores, es TRISTE. Cría cuervos, Will, colega...

¿Y "Watchmen"? "Watchmen" es una buena adaptación. Zack Snyder sí es un Pequeño Saltamontes satisfecho en su papel, y deja en la película lo que tiene que dejar, quita lo que tiene que quitar, le pone un traje a Espectro de Seda Jr. que hará babear a las categorías a), b), y d) que mencionábamos al principio, y sonreír a los fetichistas del látex de verdad, no rebaja la intelectualidad de la película y valientemente acata el NC-17 que cae automáticamente por mostrar ¡genitales! en la pantalla, porque los ciudadanos de América, al parecer, viven felizmente a salvo de esa monstruosa criatura a la que la biología llama "pene" (aquí tocaría poner una aguda broma sobre tópicos raciales y Barack Obama) y, en general, es como la Navidad, pero sin turrón el Almendro ni color rojo.

Y Alan Moore, todos lo sabemos, se queja por vicio.

jueves, 26 de marzo de 2009

Capítulo XXVI: Yo casi no vi a Haruki Murakami

En la vida a veces ocurren cosas extrañas y bastante maravillosas, cosas que nos hacen pensar que se puede vivir en plan "¡Jo, qué noche!" todos los días del año. Pero a la mañana siguiente el despertador no suena, llegamos tarde al trabajo y por la tarde tenemos hora en el dentista para que nos extirpen las cuatro muelas del juicio, y nos da por pensar que todo fue un sueño.

Tal y como yo lo veo, el espíritu "¡Jo, qué noche!" circula libremente por el mundo, y cada persona se topa con él muchas veces a lo largo de su vida. La cuestión es saber subirse al tranvía cuando pasa, porque, eso sí, el espíritu "¡Jo, qué noche!", tiene más vocación de autobús que de taxi.

Mi historia empieza así:

Volvía yo a casa en metro el otro día, cuando me topé con Marcos Ordóñez, con quien forjé una estrecha relación en mi último año de universidad sobre una adaptación de Donald Westlake que resultó en un proceso tan difícil que el pobre se quedó sin un pelo en la cabeza. "Me voy a una conferencia de Haruki Murakami", me dice él, tan risueño. "¿En la Jaume Fuster*?", digo yo, sin tener ni idea, para hacerme la interesante. "¡Sí, sí!", dice él. "¡No lo sabía, voy contigo!", digo yo.

Ya saliendo del metro, una señora que llevaba un abrigo azul la mar de bonito saludó a Marcos Ordóñez, y, yo aún no lo sabía, pero esa señora era nada más y nada menos que Assumpta Bailac, la gerente de la red de bibliotecas de Catalunya, algo que en este blog significa que está sentada a la derecha del padre, y que el padre es una criatura de muchas cabezas, y una cabeza es Cervantes, y la otra es Shakespeare, y la otra es Homero, y creo que ya os hacéis a la idea. Total, que los tres salimos de la estación de metro y nos encontramos en la plaza Lesseps, y vimos la entrada de la Biblioteca Jaume Fuster. Excepto que no vimos la entrada, porque estaba completamente oculta por LA COLA.

LA COLA era una serpiente humana de dimensiones gigantescas en la que debía de haber, no sé, varios millones de personas, por lo menos. Y todas, todas estaban ahí para ver a Haruki Murakami.

Cuando Marcos Ordóñez vio LA COLA, dijo "¡Huy, mira qué COLA! Yo paso."

Pero entonces Assumpta Bailac puso cara de conspiradora, y dijo: "Llámame al móvil cuando lleguéis a la biblioteca, y os siento en algún sitio."

Yo estaba muy callada y con los ojos muy abiertos, porque no quería perder detalle de aquel maravilloso ejemplo de tráfico de influencias en la mafia bibliotecaria**.

Total, que Assumpta Bailac se dirigió valientemente a la jungla de LA COLA, y Marcos Ordóñez me llevó a su casa, me presentó a su señora y a su gata, me dio un vaso de agua y me regaló tres de sus libros, titulados "Puerto Ángel", "Detrás del hielo" y "Tarzán en Acapulco", respectivamente, y que todo el mundo debería comprar.

Cuando por fin nos encaminamos hacia la biblioteca, pasamos de largo sin inmutarnos junto a LA COLA, y, una vez dentro, llamamos a nuestro contacto. Assumpta Bailac se llevó a Marcos Ordóñez y señora, y regresó a por mí a cabo de pocos segundos, haciéndome una seña conspiratoria para que la siguiera.

Pero el poder de la jefaza bibliotecaria no bastó para hacerme un sitio. Se ve que la bromita de Haruki Murakami se les había escapado de las manos. No sólo habían acudido el cónsul de Japón, sorpresivamente acompañado por toda su familia, y el regidor de cultura del ayuntamiento de la ciudad, no, como ya he dicho, en LA COLA, había MILLONES de personas. TODA LA CIUDAD, y parte del extrarradio, habían venido a ver a Haruki Murakami. Por lo que oí, además, Haruki Murakami es, o patológicamente tímido, o un poco especialito, y no quería más que doscientas personas en el auditorio en el que iba a dar la charla. Pero nuestro alegre talante mediterráneo coló a doscientas setenta en la sala, porque mi casa es tu casa y donde caben veinte decenas también caben veintisiete.

Pero Assumpta Bailac no se sienta a la derecha del padre por nada, y, haciéndome otra seña conspiradora, me llevó junto a dos chicas llamadas Anna que pertenecían a la organización del evento, y sin que se le cayera un solo anillo, les dice "Ésta es la hija de Marcos Ordóñez. Sus padres están dentro. A ver si podéis sentarla por aquí.

Y fue así, como gracias a una mentirijilla de Assumpta Bailac y a la amabilidad de dos chicas llamadas Anna y, para que negarlo, a mi talento camaleónico para hacerme pasar por la hija de quien sea, vi a Haruki Murakami sentada en las escaleras del palco del auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster.

Haruki Murakami resultó la mar de interesante, y su interlocutora, Isabel Coixet, estuvo bastante graciosa, con un inglés macarrónico y cándido plagado de sorprendentes manierismos americanos***. Resulta que a Haruki Murakami le gusta mucho Scott Fitzgerald, la novela negra americana, "Los Hermanos Karamazov" y "Perdidos", y prefería hablar de ellos antes que de sus propias novelas (a las que se refería con perlas tan lacónicas como "Yo sólo quería escribir una historia sobre un pájaro" a propósito de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", o "Empecé a escribir, y luego acabé", cuando se le preguntó por el proceso de escribir una de sus novelas).

En resumen, es una buena noticia que se hagan colas kilométricas para venir a ver a Haruki Murakami como si fuera David Bisbal firmando copias (legales, faltaría más) de su nuevo cedés.

Sobre todo, si yo no tengo que hacer esa cola****.


* La Biblioteca Jaume Fuster probablemente sea la ídem más nueva y más chachimolongui del área metropolitana de Barcelona y, como tal, es la sede impepinable de las conferencias más chachimolonguis. ¿Viene Salman Rushdie a Barcelona? ¡A la Jaume Fuster! ¿Hanif Kureishi? ¡A la Jaume Fuster! ¿El próximo concierto de Bruce Springsteen? ¡A la Jaume Fuster!

** Sus matones emplean métodos de tortura que harían temblar a la CIA. Su preferido es obligar a sus víctimas a cortarse repetidamente con las páginas de un libro.

*** También estaba allí el honorable director de la revista "Qué leer", cuyo nombre no recuerdo y seguro que es una gran persona, pero en el marco de esta conferencia, el nombre que más le pegaba era "el becario".

**** ¡Muajuajua!

viernes, 20 de marzo de 2009

Aquellos polvos traen estos lodos

POR FAVOR, que alguien le diga al señor Rafael Poch que cometió un error de manual en su artículo de "La Vanguardia" de la semana pasada sobre la matanza de Winnenden:

Tim K., el niño tranquilo y amable que disparó a quince compañeros y se suicidó después participaba en foros de internet bajo el pseudónimo de "JawsPredator_1".

Según el señor Poch, es nombre viene a significar "Las mandíbulas del depredador".

Deducimos que el señor Poch ni tiene hijos adolescentes ni iba al cine cuando era joven.

No acabo de comprender qué significa esta metida de pata, pero me pondré a temblar en prevención de que se descubra que este chico jugaba al rol.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Capítulo XXV: Y si mi abuela tuviera ruedas, sería un autobús y todos iríamos de paseo montados en ella*

*¡Referencia! Novela icónica de literatura infantil/juvenil. Adivinadla y os ganaréis el privilegio de poder mirar a la gente con aires de superioridad. Hasta que os deis cuenta de lo infravalorada que está la literatura infantil/juvenil, y vendréis a verme para que os tienda un pañuelo de papel.

En los núbiles inicios de este blog, cuando se actualizaba regularmente, publiqué una entrada sobre Stephenie Meyer y sus obscenamente mediocres polémicos libros sobre vampiros diamantinos y las mujeres que les amaron. Hace muchos meses de esa entrada, y la gente sigue dejando comentarios, convirtiéndolo en el post más popular de "La ejecución del autor ha sido cancelada", con la friolera de catorce quince dieciséis aportaciones (sí, este post llevaba mucho tiempo como borrador).

Las opiniones están divididas. Hay quien me da las gracias encarecidamente por cantarle las cuarenta a la señora Meyer y sus ínfulas pubescentes. Hay quien defiende el libro, bajo el muy comprensible paraguas del "pues a mí me gustó". En esta categoría, un argumento surge una y otra vez: "Pues hay libros peores, y nadie se mete con ellos".

Parémonos a analizar esta afirmación categórica. ¿Hay libros peores que "Crepúsculo" y allegados? Desde luego (el número de series literarias para jóvenes de la calaña de Crepúsculo es pasmoso, pero de eso ya hablaremos otro día, cuando mis monos voladores atrapen a Francine Pascal y R.L. Stine, que han salido corriendo en cuanto me han oído acercarse...). ¿Nadie se mete con ellos? ¡Mentira! Lo que mis inflamados lectores quieren decir aquí es que no se organizan campañas de "Don't burn it, return it" (a Stephenie Meyer le sentó fatal que hordas de fans descontentos con la última entrega de la saga, "Amanecer", se lanzaron en masa a quemar el libro antes que devolverlo a la tienda; hay autores que no entienden el glamur de ser cruelmente incomprendidos) para ellos, que no hay números ridículos de foros, blogs y otros recursos cibernéticos para que la gente se junte y se dé a comportamientos del tipo "O sea, cómo me mola "Crepúsculo", tía, Edward es tan buah, o sea, tía, ¿sabes?" a "Este libro me ha gustado mucho porque es del grueso perfecto para nivelar la mesa camilla de la abuela", pasando por "¡Pero qué aaaaaaaasco!".

En resumen, es mentira que nadie se meta con los libros peores. Estoy segura de que algún grupo de postadolescentes emancipadas habrá organizado una quema de la colección de "Las gemelas de Sweet Valley" que tenían cariñosamente atesoradas. Estoy segura de que habrá un foro de púberes comidos por el acné que nunca sucumbieron a las portadas fosforecentes de "Un día en Horrorlandia" o "Sangre de monstruo" (para lo poco que me gustaron los libros, tengo que admitir que tenía que ponerlos boca abajo porque lo de la portada fosforecente me daba mucho repelús) que se dedicarán a destripar la serie con ojo clínico.

Pero de lo que no podemos hablar es de un fenómeno tan masivo e histérico como el de "Crepúsculo". Sea porque va dirigido principalmente a mujeres con aparentes trastornos hormonales, un colectivo a todas luces problemático, sea porque la autora es señora y mormona (y aquí tengo que romper una lanza en contra de la poca objetividad en la prensa. ¿O es que cada vez que se habla de Orson Scott Card, los medios empiezan con "El autor mormón..."?), sea porque los vampiros vuelven a estar de moda, o sea porque, ¡todo es posible! millones de fans NO podían equivocarse, y millones de detractores SÍ, y las novelas son, en realidad, ¡excelvillosas! El caso es que esta saga literaria ha sido, como se suele decir, un bombazo. ¿Por qué? Nadie sabe por qué pasan estas cosas. ¿Por qué se hicieron tan famosos los Beatles? Por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, por tener algo que enganchó a millones de personas que hace que, aún hoy, se lancen a comprar las nuevas versiones que Paul McCartney, cuya presencia como el último Beatle vivo empieza a parecerse a "La herencia de tía Agatha", se saca de la patilla con regularidad, o cada vez que quiere renovar los baños de Can McCartney.

Y que conste que no estoy comparando a Stephenie Meyer con los Beatles, Dios me libre. Los Beatles no son mediocres, a mí me gustan, George Harrison era mi favorito, Yoko Ono, ¿musa o lagarta?, y, por favor, por favor, que Stephenie Meyer no lea esto y se le ocurra montar una banda de glam rock.

Otro argumento frecuentemente escuchado en los comentarios dejados en ese primer post sobre "Crepúsculo" es "Pues si no te gusta, no pierdas el tiempo leyéndolo", o variantes que me acusan de insultar a los pobres lectores desamparados que sí han disfrutado con el libro. Dos puntualizaciones:

  • Para mí, el argumento "Pues a mí me gusta" es perfectamente válido. Más que válido, sagrado. Más, si viene acompañado de la conciencia de que lo que nos gusta no siempre es lo mejor ni lo más saludable. Hay gente que disfruta con la coprofagia. Hay gente a quien le gusta Esperanza Aguirre. ¿Se mete "La ejecución del autor" con esa gente? Pues eso.
  • Siendo una servidora de ustedes de naturaleza inquisitiva, es lo más normal que quisiera ponerme al día con este fenómeno, sobretodo si venía dirigido a gente como yo, jovencitas necesitadas de mojo masculino. ¿Que luego me leí toda la serie? Por supuesto. La teoría de que Stephenie Meyer esparció polvos de crack sobre las páginas de todos los ejemplares lo explica todo. ¿Que disfruté de la serie? Como una loca. Desde la página uno, es tan difícil tomarse las novelas en serio que uno acaba autoconvenciéndose de que se encuentra ante una finísima parodia, ante un delicado ejercicio de alta comedia. De lo contrario, se arriesga a caer en el abismo de la muerte cerebral. Aún así, ¿están mal escritas esas novelas, gozan de una mediocridad narrativa que asusta? ¡OH, SÍ!

A todos los que protestan, contra mis duras, injustas e injustificadas palabras, les digo: si tanta pupa os hacen, y os lo digo con todo el cariño del mundo, dejad comentarios en un blog que se titule "Stephenie Meyer es la más mejor del mundo mundial" y no os hagáis mala sangre. Aunque a mí me da que os divierte mucho convertiros en paladines de Bella bellísima Swan y Edward el de los dientes largos Cullen, así que, pensándolo mejor, ¡no os marchéis! Quedaos aquí y hacedme sonreír con vuestros adorables y furibundos comentarios llenos de faltas de ortografía.

No cierro este post sin decir que el mundo le debe mucho a la saga "Crepúsculo", entre otras cosas, la generación de algunas de las parodias más hilarantes que ha visto la historia de la literatura. Os dejo aquí unos cuantos links a mis favoritas. Desafortunadamente, están todas en inglés, así que si alguien tiene recomendaciones para parodias en castellano, serán más que bienvenidas.

* Cleolinda Jones, se vio enfrentada al fenómeno "Crepúsculo" de sopetón y, muy bienintencionadamente, empezó discutiendo, de forma muy razonada, el éxito de los libros en este fabuloso artículo.
... luego leyó el resto de novelas, y la cosa degeneró en una hilarante renarración de los libros dos, tres y cuatro, y la primera mitad de "Midnight Sun" (sí, la que Stephenie Meyer se vio obligada a postear en su página web porque una persona muy, muy mala en la que Stephenie depositó su cándida conciencia colgó un manuscrito ilegalmente en internet), además de componer una wiki sobre el fenómeno.

* Shinga renarra el primer libro. No llega al final, porque la autora llegó a un punto en que ya no se veía con fuerzas para seguir leyendo.

* "The-Editing-Room" versiona el guión de la película.

sábado, 21 de febrero de 2009

Nunca digas "de ese agua no beberé y ese cura no es mi padre"

¿Nunca os ha pasado, cuando os falta poco para terminar un libro, que veis por accidente la última página, y os da por pensar "no puede ser que esta novela acabe con el mismo papel y las mismas letras con que ha comenzado"? ¿Nunca habéis pensado que los libros deberían acabar con algo más que palabras?

Imagen de iZgo


Filacterias:

del catalán, lletraferit/-ida (adj.): Literalmente, "herido por las letras". Dícese, según el GDLC, de aquella persona amante de cultivar las letras. Es decir, tenemos el veneno del teatro y ahora la... ¿puñalada de la literatura?

lunes, 16 de febrero de 2009

Capítulo XXIV: La avaricia rompe el saco, y Ebenezer Scrooge sólo pasa en Navidad

Señoras, señores, la sociedad española vive bajo la amenaza de una criatura voraz y peripatética que se oculta en casi todo lo que tocamos, vemos u oímos. Un monstruo que tiene muchas caras, caras muy bonitas que conocemos muy bien que nos miran con pena y nos dicen "No me robes" (*insertar vocecita lastimera*). Pero no "No me robes el pan para dar de comer a mis hijos", estamos hablando de un "No me robes la grifería de oro de mis diecisiete cuartos de baño", de un "No me robes las tres semanas de vacaciones en el Caribe, posado-robado en el ¡Hola! incluida", de un "No me robes no pagando veinticinco euros por mi nuevo cedés, que, total, son mis grandes éxitos más tres canciones inéditas que no salieron en los otros cedeses porque son malas de narices".

Por si resulta que aún no nos hemos tomado el primer café, o es que yo me explico fatal, estoy hablando de la SGAE, Sociedad General de Autores y Editores, Siempre Ganamos Algunos Eurillos, Somos Gente Altamente Enojosa. Los que nos cobran dinero por los cedeses en los que grabaste las fotos de las vacaciones, por la cámara de vídeo que llevaste a la comunión de tu sobrino, por el lápiz de memoria en el que guardas los trabajos de la universidad... No se te fuera a ocurrir grabarle el disco recopilatorio de "¡Fama! (A bailar)" a mi amigo Josemi, o llevarte la cámara al estreno de la última de Brad Pitt, sí, se ve que dura tres horas y Brad Pitt sale tó viejo, ¿lo sabías?, o pasarle los capítulos atrasados de "Escenas de Matrimonio" a la vecina que trabaja por las noches. Noooooo, ¿yo? Vamos, venga. ¿Emule? ¿Eso qué es? ¿Que te emule el qué?

Líbranos de nuestros pecadillos. Quien presuma de tener un itunes lleno sólo de música legal, que tire la primera piedra. En el país de Lazarillo de Tormes, no tenemos nada asumido que descargarse música ilegalmente es eso, ilegal, y gracias a las benditas lagunas legales concernientes a la tecnología P2P (peer-to-peer, nada que ver con Sony) nos permiten seguir viviendo en la inopia, mientras en Estados Unidos, adolescentes que ya tenían bastantes problemas con el acné y la preocupación de si sus relaciones sexuales irían algún día más allá del monitor de un ordenador se enfrentan a juicios sumarios porque se bajaron alguna canción de Barry White para hacerse los románticos con la capitana del equipo de animadoras que, como todos sabemos, no se acercaría al pobre adolescente granujiento ni con un palo de cinco metros.

Pero no dejéis que me despiste, aquí no se riñe a nadie ni voy a ponerme a clamar por la indecencia del precio de una bobina de cedés vírgenes.

El motivo de este post es hacerme eco de un rumor que me ha llegado por varias vías. El rumor dice así: Los Señores Gorrones Artistas del Estulto se proponen imponer un cánon a las bibliotecas, obligándolas a pagar 20 céntimos de euro por cada libro prestado.









Después de estos breves momentos para digerir este despropósito, permítanme una reacción visceral.



¿¡QUÉ!?



La SGAE justifica este canon aduciendo que los autores se ven perjudicados por la acción de las bibliotecas, que todos sabemos que son unos antros de perversión, frecuentados únicamente por seres de la peor calaña y más baja estofa moral. Y mi piel se ve perjudicada por no bañarla en leche de burra todas las mañanas, pero, ¿voy por eso a imponer un canon a la Central Lechera Asturiana? Pues esto es exactamente lo mismo.

Bueno, tanto como exactamente, exactamente, admito que no. Pero un poco sí. "Not close, but close enough", que dirían los ingleses.

Corríjanme si me equivoco, pero el hecho de que las bibliotecas tengan que pagar por ejercitar su razón de ser, a parte de convertirlas en algo parecido a vídeoclubes, ¿no es redundante? Las bibliotecas ya pagan un impuesto, a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, la O no sé dónde queda), y que la SGAE quiera arañar unos ingresos es cosa ridícula y vergonzante.

"¡Hay que pensar en los pobres autores!", se alzan voces compungidas. Sí, y en los que pasan hambre, y en los enfermos de cáncer, y en los refugiados de guerra también. Si un autor escribe un libro porque quiere que las bibliotecas tengan que pagar cada vez que lo presten, ese libro no merece ser escrito. Ya hablé en otra ocasión del vicio de escribir, y lo dije antes y lo digo ahora: Quererse ganar la vida como reputado novelista es muy bonito, pero la literatura no es para alimentar la tripa, sino el alma, y quien no tenga eso claro, que estudie para unas oposiciones, que le saldrá muy rentable y hasta le dejará tiempo para escribir.

Llámenme idealista, pero éste es un punto en el que no voy a ceder. Las bibliotecas son un lugar sagrado, y convertirlas en un antro de pecado capitalista es feísimo. Y ya hemos sido testigos de suficientes visiones mercantilistas de la literatura (Stephen King, Jordi Sierra y Fabra, ¿adónde os creéis que vais? y no digo nombres) como para convertirlo en la norma. Si tenéis que trabajar sirviendo menús de crisis a ocho euros en el Bar Ril y escribir en una Remington cubierta de grasilla que tenéis escondida debajo de la barra para teclear un par de palabras entre cortado y cortado (tiene que haber alguien en este país de realismo mágico que todavía lo haga), pues lo hacéis. Le dará mucho más jugo a la biografía que os escriban en la solapa de la chaqueta de vuestro primer libro, adónde vas a parar.