martes, 25 de noviembre de 2008

A buen entendedor, pocas palabras bastan

Hace unos días llegó a mis oídos la iniciativa lingüística más noble, archifantástica y maravillosa de la que he oído hablar en mucho tiempo.

Se trata de añadir al Diccionario de la Real Academia Española la palabra "kincón". Como el agudo ojo del lector deducirá, el vocablo procede del nombre propio "King Kong", propio del gorila del mismo nombre, se entiende, que secuestraba a señoritas ligeras de ropa desde Fay Wray hasta Naomi Watts porque el Ammor nos lleva a hacer cosas desesperadas, como subirse al Chrysler Building y espantar cazas.

Si esto no es Ammor, que baje Petrarca y lo vea!

"Kincón", según sus promotores, significa "prendado de un amor imposible". ¿Cuándo fue la última vez que una palabra de nuestra lengua capturó tanto significado en tan pocas letras y con tanta poesía cinematográfica?

Desde "La ejecución del autor ha sido cancelada", insistimos en la importancia y necesidad de sumarse a esta causa. Apostemos hordas de partidarios del kincón en la puerta de Ana María Matute. Infiltremos agentes en las sesiones plenarias de la RAE (¿existe tal cosa?), con pancartas y megáfonos. Tuneemos todas las ediciones del DRAE que encontremos, añadiendo la palabra "kincón" con tinta indeleble y buena letra.

Unidos, todos podremos decir, pronto, "Estoy kincón".

¡Colabora con la causa!