miércoles, 11 de marzo de 2009

Capítulo XXV: Y si mi abuela tuviera ruedas, sería un autobús y todos iríamos de paseo montados en ella*

*¡Referencia! Novela icónica de literatura infantil/juvenil. Adivinadla y os ganaréis el privilegio de poder mirar a la gente con aires de superioridad. Hasta que os deis cuenta de lo infravalorada que está la literatura infantil/juvenil, y vendréis a verme para que os tienda un pañuelo de papel.

En los núbiles inicios de este blog, cuando se actualizaba regularmente, publiqué una entrada sobre Stephenie Meyer y sus obscenamente mediocres polémicos libros sobre vampiros diamantinos y las mujeres que les amaron. Hace muchos meses de esa entrada, y la gente sigue dejando comentarios, convirtiéndolo en el post más popular de "La ejecución del autor ha sido cancelada", con la friolera de catorce quince dieciséis aportaciones (sí, este post llevaba mucho tiempo como borrador).

Las opiniones están divididas. Hay quien me da las gracias encarecidamente por cantarle las cuarenta a la señora Meyer y sus ínfulas pubescentes. Hay quien defiende el libro, bajo el muy comprensible paraguas del "pues a mí me gustó". En esta categoría, un argumento surge una y otra vez: "Pues hay libros peores, y nadie se mete con ellos".

Parémonos a analizar esta afirmación categórica. ¿Hay libros peores que "Crepúsculo" y allegados? Desde luego (el número de series literarias para jóvenes de la calaña de Crepúsculo es pasmoso, pero de eso ya hablaremos otro día, cuando mis monos voladores atrapen a Francine Pascal y R.L. Stine, que han salido corriendo en cuanto me han oído acercarse...). ¿Nadie se mete con ellos? ¡Mentira! Lo que mis inflamados lectores quieren decir aquí es que no se organizan campañas de "Don't burn it, return it" (a Stephenie Meyer le sentó fatal que hordas de fans descontentos con la última entrega de la saga, "Amanecer", se lanzaron en masa a quemar el libro antes que devolverlo a la tienda; hay autores que no entienden el glamur de ser cruelmente incomprendidos) para ellos, que no hay números ridículos de foros, blogs y otros recursos cibernéticos para que la gente se junte y se dé a comportamientos del tipo "O sea, cómo me mola "Crepúsculo", tía, Edward es tan buah, o sea, tía, ¿sabes?" a "Este libro me ha gustado mucho porque es del grueso perfecto para nivelar la mesa camilla de la abuela", pasando por "¡Pero qué aaaaaaaasco!".

En resumen, es mentira que nadie se meta con los libros peores. Estoy segura de que algún grupo de postadolescentes emancipadas habrá organizado una quema de la colección de "Las gemelas de Sweet Valley" que tenían cariñosamente atesoradas. Estoy segura de que habrá un foro de púberes comidos por el acné que nunca sucumbieron a las portadas fosforecentes de "Un día en Horrorlandia" o "Sangre de monstruo" (para lo poco que me gustaron los libros, tengo que admitir que tenía que ponerlos boca abajo porque lo de la portada fosforecente me daba mucho repelús) que se dedicarán a destripar la serie con ojo clínico.

Pero de lo que no podemos hablar es de un fenómeno tan masivo e histérico como el de "Crepúsculo". Sea porque va dirigido principalmente a mujeres con aparentes trastornos hormonales, un colectivo a todas luces problemático, sea porque la autora es señora y mormona (y aquí tengo que romper una lanza en contra de la poca objetividad en la prensa. ¿O es que cada vez que se habla de Orson Scott Card, los medios empiezan con "El autor mormón..."?), sea porque los vampiros vuelven a estar de moda, o sea porque, ¡todo es posible! millones de fans NO podían equivocarse, y millones de detractores SÍ, y las novelas son, en realidad, ¡excelvillosas! El caso es que esta saga literaria ha sido, como se suele decir, un bombazo. ¿Por qué? Nadie sabe por qué pasan estas cosas. ¿Por qué se hicieron tan famosos los Beatles? Por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, por tener algo que enganchó a millones de personas que hace que, aún hoy, se lancen a comprar las nuevas versiones que Paul McCartney, cuya presencia como el último Beatle vivo empieza a parecerse a "La herencia de tía Agatha", se saca de la patilla con regularidad, o cada vez que quiere renovar los baños de Can McCartney.

Y que conste que no estoy comparando a Stephenie Meyer con los Beatles, Dios me libre. Los Beatles no son mediocres, a mí me gustan, George Harrison era mi favorito, Yoko Ono, ¿musa o lagarta?, y, por favor, por favor, que Stephenie Meyer no lea esto y se le ocurra montar una banda de glam rock.

Otro argumento frecuentemente escuchado en los comentarios dejados en ese primer post sobre "Crepúsculo" es "Pues si no te gusta, no pierdas el tiempo leyéndolo", o variantes que me acusan de insultar a los pobres lectores desamparados que sí han disfrutado con el libro. Dos puntualizaciones:

  • Para mí, el argumento "Pues a mí me gusta" es perfectamente válido. Más que válido, sagrado. Más, si viene acompañado de la conciencia de que lo que nos gusta no siempre es lo mejor ni lo más saludable. Hay gente que disfruta con la coprofagia. Hay gente a quien le gusta Esperanza Aguirre. ¿Se mete "La ejecución del autor" con esa gente? Pues eso.
  • Siendo una servidora de ustedes de naturaleza inquisitiva, es lo más normal que quisiera ponerme al día con este fenómeno, sobretodo si venía dirigido a gente como yo, jovencitas necesitadas de mojo masculino. ¿Que luego me leí toda la serie? Por supuesto. La teoría de que Stephenie Meyer esparció polvos de crack sobre las páginas de todos los ejemplares lo explica todo. ¿Que disfruté de la serie? Como una loca. Desde la página uno, es tan difícil tomarse las novelas en serio que uno acaba autoconvenciéndose de que se encuentra ante una finísima parodia, ante un delicado ejercicio de alta comedia. De lo contrario, se arriesga a caer en el abismo de la muerte cerebral. Aún así, ¿están mal escritas esas novelas, gozan de una mediocridad narrativa que asusta? ¡OH, SÍ!

A todos los que protestan, contra mis duras, injustas e injustificadas palabras, les digo: si tanta pupa os hacen, y os lo digo con todo el cariño del mundo, dejad comentarios en un blog que se titule "Stephenie Meyer es la más mejor del mundo mundial" y no os hagáis mala sangre. Aunque a mí me da que os divierte mucho convertiros en paladines de Bella bellísima Swan y Edward el de los dientes largos Cullen, así que, pensándolo mejor, ¡no os marchéis! Quedaos aquí y hacedme sonreír con vuestros adorables y furibundos comentarios llenos de faltas de ortografía.

No cierro este post sin decir que el mundo le debe mucho a la saga "Crepúsculo", entre otras cosas, la generación de algunas de las parodias más hilarantes que ha visto la historia de la literatura. Os dejo aquí unos cuantos links a mis favoritas. Desafortunadamente, están todas en inglés, así que si alguien tiene recomendaciones para parodias en castellano, serán más que bienvenidas.

* Cleolinda Jones, se vio enfrentada al fenómeno "Crepúsculo" de sopetón y, muy bienintencionadamente, empezó discutiendo, de forma muy razonada, el éxito de los libros en este fabuloso artículo.
... luego leyó el resto de novelas, y la cosa degeneró en una hilarante renarración de los libros dos, tres y cuatro, y la primera mitad de "Midnight Sun" (sí, la que Stephenie Meyer se vio obligada a postear en su página web porque una persona muy, muy mala en la que Stephenie depositó su cándida conciencia colgó un manuscrito ilegalmente en internet), además de componer una wiki sobre el fenómeno.

* Shinga renarra el primer libro. No llega al final, porque la autora llegó a un punto en que ya no se veía con fuerzas para seguir leyendo.

* "The-Editing-Room" versiona el guión de la película.

3 comentarios:

Elisa dijo...

Mmmm he caído por aqí de casualidad y me ha picado la curiosidad (q bonito pareado^^)
La novela puede ser "Cuando Hitler robó el conejo rosa"??

M dijo...

Sin prisa y con retraso, ¡sí señorita, Premio para usted!

Vero dijo...

"La teoría de que Stephenie Meyer esparció polvos de crack sobre las páginas de todos los ejemplares lo explica todo."

juajuajuajua

¡Tremendo!