lunes, 12 de octubre de 2009

Capítulo XXXIX: Cuando están todos muertos y no lo saben

Un pensamiento fugaz, antes de salir pitando a disfrutar de este día de la Hispanidad que hace que sea fiesta pero las tiendas estén abiertas. ¡Viva España!

Llevo días dando vueltas a lo que ocurre cuando un autor tiene miedo de lo que ha escrito. Ahora diría que eso ya no ocurre tanto, porque somos muy modernos y estamos muy avanzados y ya no nos escandalizamos de nada, y en las novelas de los niños hoy en día hay sexo, drogas y Jonas Brothers.

Pero me atrevería a sospechar que el modelo "Personajes viven aventuras que, miradas bocabajo y entornando los ojos detrás de una pantalla de papel cebolla podrían llegar a ser consideradas profanas y al final resulta que todo fue un sueñoTM" nació gracias al temor de un autor a las represalias por el contenido de su obra. Seguro que, en aquel momento, al autor le pareció un arranque de genio que convencería hasta al jurado más inflexible: "¡No, señor juez, no fui yo! ¿Cómo voy a controlar el subconsciente de mis personajes?

Y con esto y un bizcocho...

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