lunes, 1 de marzo de 2010

Capítulo XLV: Un aplastante dechado de conmovedora virtud

Así es como debería llamarse a este blog. ¿Por qué?, se preguntarán. ¿Más de un mes sin pasarse por aquí, y ahora quieres hablar de virtudes? Yo les diré por qué. Si no recuerdan malamente, prometí en mi última entrada que mi siguiente post sería sobre Dave Eggers. Y no me salía la maldita entrada. Así que, no queriendo que en estos tiempos de incertidumbre monetaria, corrupción generalizada y choriceo de escándalo, cayera el último bastión de la confianza de la sociedad: que una persona no cumpla lo que promete en su blog. Nunca es tarde si la dicha es buena; damas y caballeros, con ustedes, Dave Eggers.

Poco puedo decir de Dave Eggers que su página de la Wikipedia no haya dicho ya. Su vida es más trágica que la de Dumbo, da más vueltas que la de Oliver Twist, pero aquí venimos a hablar de libros, y si Dave Eggers no quiere hablar de sus libros, que se vaya al "Sálvame Deluxe". Finalista al premio Pulitzer a los treinta recién cumplidos, cosa que probablemente le valió la envidia recochina del resto de autores de su generación y parte de la anterior, más que nada porque "A Heartbreaking Work of Staggering Genius" es una de esas cosas que salen del alma cuando se ha vivido demasiado en demasiado poco (ver "vida más trágica que la de Dumbo, da más vueltas que la de Oliver Twist"), que luego los críticos se dan de bofetadas por comparar, una vez más, con "El guardián entre el centeno"*, y está en las listas de más vendidos y... luego se olvida sistemáticamente.

La potencial Pulitzerización de Dave Eggers le convertiría en una de esas notas al pie de página en algún trabajo de investigación con un título del estilo de "La sombra de Holden Caulfield es alargada", si no fuera porque es sólo una anécdota en la carrera de Dave Eggers. A parte de escribir un libro que en algún momento podría haberse convertido en una película, Dave Eggers ha hecho dos cosas de maravilla incontestable y que molan mazo:

1- Crear 826 Valencia, una organización que empezó en el 826 de la calle Valencia de San Francisco, para crear y promover talleres de escritura para niños y adolescentes. No, si bonito es, me dirán, pero, ¿mola mazo? Pues sí. ¿Saben cómo se financian los costes del taller de San Francisco? Con una tienda de material para piratas, damas y caballeros. Parches, patas de palo, comida para loros, astrolabios y catalejos... todo y más para el pirata de a pie puede encontrarse en la parte de delante del número 826 de la calle Valencia, San Francisco. El taller está en la trastienda. Pero aún hay más. Más filiales del proyecto, quiero decir. El taller de Brooklyn tiene una tienda de material para superhéroes, en la que uno puede encaramarse a una escalera delante de un ventilador para ver cómo le sienta la capa, y debe recitarse un juramento para proteger la verdad y la justicia ante la caja registradora. En Seattle uno puede comprar todo lo que necesita para su próximo viaje espacial, en Boston encontraremos el "Centro de Investigación de Bigfoot", en Chicago, "The Boring store", una tienda absolutamente normal, sin nada fuera de lo común, oculta en realidad un proveedor de material para espías, y si se nos estropea el robot-mayordomo, en el taller de Ann Arbor estarán encantados de echarle un ojo.

2- Ser el editor jefe de McSweeney's, una revista literaria y conglomerado de medios tan gamberros e iconoclastas que los modernos y fabulosos se abofetean por aparecer en ella. Pasear por su página web es una delicia desternillante, sus libros (me consta que, de vez en cuando, algún ejemplar de "McSweeney's" aparece por el Fnac a precios casi exhorbitantes) son la publicación más mimada e interesante que estos ojos miopes y algo astigmáticos que tengo en la cara han visto nunca, y uno se siente mucho más cool e ilustrado con sólo pensar en McSweeney's.

En conclusión: Dave Eggers es maravilloso, y "La ejecución del autor ha sido cancelada" es un remanso de honradez y coherencia en medio de esta pachanga crispada que nunca podrá jubilarse en la que vivimos.


* Mi teoría al respecto es que el día que aparezca algún listillo que NO compare una narrativa maníaco-depresiva en primera persona sobre un joven que no se encuentra a sí mismo y le pasan cosas con "El guardián entre en el centeno", el fantasma de J.D. Salinger (incluso antes de morirse mandaba a su fantasma) aparecerá y le soltará al crítico de marras una bofetada que le va a saltar las gafas de pasta. Porque es como si tenemos "El diario de Noah" y no lo comparamos con Romeo y Julieta, hombre, a dónde vamos a parar.

1 comentario:

Vero dijo...

Hola Marta,
No tenía conocimiento del tal Eggers :O
Gracias por descubrirmelo. Voy a dar una "volteta" por tu blog,

Nos vemos el miércoles,