viernes, 16 de mayo de 2008

Capítulo XII: A veces, la tele aún sorprende


Advertí, al iniciar este hermoso viaje por el ciberespacio aventura binaria blog, que no siempre se hablaría de libros y, vaya por dónde, hoy es uno de esos días. El que avisa no es traidor, y hoy hablaremos de televisión. La tele, TV, la caja tonta, el tubo catódico, la estantería de la muñeca sevillana de plástico o de la foto de la comunión. Eso.

Señoras, señores (redoble de tambores) la de hoy es una efeméride que debería pasar a formar parte de los anales de la historia de la televisión.

Lectores, lectoras, casi no podía creérmelo cuando lo he visto, pero de nada sirve negarnos a la evidencia: Hoy, "Supermodelo 2008", un reality show de cuatroº, famosa por sus maravillosos realities de brillante guión y cuidada realización (*MODO SUPERSARCÁSTICO: OFF*) nos ha resorprendido con ¡un momento bien guionizado!

Claro, diremos, algún día tenía que pasar, pero admito que me ha pillado completamente desprevenida. Déjenme que les cuente:

Hoy era el último día de la última fase del cásting. Ya no nos vale con la pasarela en el centro comercial, las niñas (¡y ahora también niños!) desfilando con sus madres, haciendo la prueba de los huevos, no señor. Ahora el último cásting es en "el segundo barco más grande del mundo" (¿por qué me resulta eso tan vagamente decadente?), un escenario de un kitsch y una horterez espeluznantes maravillosos, donde dos decenas de niñas monas y efebos con abdominales de granito (mayormente) se someten al veredicto de una señora mayor que lleva un pendiente en la nariz y tiene un problema patológico con enseñar la cabeza, un fotógrafo con nombre de película porno soft, una exmodelo con un cutis tan tirante que parece que se le vaya a saltar la cara y con una madre que es un cruce entre los niños bien reconvertidos en hippies e Isabel Preysler y, last, but not least, Jousi/Yousi/Housi/Chousi, "profesor de estilismo", que no engaña a nadie, porque en realidad es Carlos Areces escapado de Muchachada Nui y lo que pretende es desviar la atención del programa hacia él, que es un genio de la comedia de incógnito.

Pero me estoy extendiendo. Como decía, hoy era el último día del cásting, el día en el que se sabrían los elegidos para entrar en el Manicomio Centro de Formación. Es necesario para la historia que sepáis que uno de los aspirantes tuvo que irse a casa porque se hizo daño en la mano, pero ha regresado al barco, una vez curado, porque había sido admitido en el programa. Los profesores le han pedido que esperara discretamente, a esondidas de sus compañeros, para darles una sorpresa. A algunos de ellos ya se les había comunicado su ingreso en el centro, así que sólo quedaban unas, digamos, seis u ocho plazas por asignar, y el procedimiento era el siguiente:

Los participantes subían por una escalera, recogían un paquete envuelto para regalo, bajaban a reunirse con sus profesores y compañeros y abrían el regalo. Si el contenido del sobre era una portada de revista con su cara montada sobre una cartulina, ¡felicidades! lágrimas, mocos y abrazos, has sido el elegido. Si, por el contrario, la cartulina estaba en blanco, ¡oooh!, vaya, qué pena, puedes irte a casa, gracias por nada todo, cacho feo. Hasta aquí, todo en la mediocre línea habitual. El milagro ha ocurrido cuando la penúltima chica ha recibido su portada. Veréis, a partir de aquí, el desenlace de este momento tan, tan importante ya no tenía el menor interés. Supuestamente, la última concursante quedaba automáticamente eliminada, porque el número de chicas ya era igual al de chicos. La pobre chiquilla, al verlo, no ha podido contener su emoción, porque ya se veía arrojada por la borda, pero, sorbiéndose los mocos, ha subido la escalera en busca de su sobre. Lo ha abierto, así como de mala gana, segura de que encontraría la cartulina en blanco.

Aquí empieza lo bueno. Una mueca de extrañeza ha torcido sus hermosas facciones de niñata al ver el contenido del paquete. Urgida por sus profesores, la ha mostrado a cámara. ¡Era la portada del compañero manirroto! Momento de confusión general, hasta que los chicos, situados de cara a la escalera, han empezado a vocear y a señalar como si hubieran visto un fantasma. ¡Por la escalera bajaba el chaval de la mano escabechada, sosteniendo (con la mano buena) la portada de la última señorita!

A partir de aquí, el programa ha vuelto a su confusión habitual, planos absolutamente incomprensibles e innecesarios, y interés nulo a todos los niveles. Menos mal. Por un momento me he creído transportada a una dimensión paralela. Tengo curiosidad por saber si estos momentos de aparente genialidad (al menos, en comparación con el resto del programa) volverán a repetirse y, sobre todo, me froto las manos de anticipación sólo de pensar en la realización en directo...

En otro orden de cosas, hoy he descubierto que un rasgo distintivo de mi personalidad es que, a pesar de tener las diez temporadas de "Friends" en deuvedé, sigo viéndola por televisión cada vez que una cadena tiene a bien reponerla. A veces, la tele aún sorprende, pero, ¿es borreguismo que "Friends" siga haciéndome gracia la enésima vez que lo veo? ¿Es a eso a lo que se llama ser rematadamente genial?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conoces a fondo el programa, luego lo sigues...

M, me has defraudado. Tu antes molabas.

M dijo...

¿No creerás que yo por la tele sólo veo cine iraní sin subtitular? Alguna otra cosa tendré que ver durante la publicidad, ¿no?

Los realities de cuatroº son una experiencia terapéutica. ¡Los reivindico encarecidísimamente!

P.D: Y no andes por ahí viendo la paja en el ojo ajeno, señor tengo-obras-de-gran-calibre-intelectual
-como-Naruto-y-Love-Hina.