viernes, 24 de julio de 2009

Capítulo XXXVI: La oruga tiene hambre

Hace unos días tuve una acalorada discusión (acalorada para mí; a mis interlocutores, la verdad, ni les iba ni les venía el asunto) sobre la naturaleza literaria o no del guión cinematográfico.

La discusión surgió al cuestionar si para un autor literario, un novelista, pongamos, no sería "rebajarse" el ponerse a escribir para el cine. Cito textualmente, "sería como poner un caballo de carreras a arar campos".

¿De verdad?

Es cierto que puede considerarse que el guión cinematográfico es incompleto, porque no su función última no es ser encuadernado y leído. Un guión se hace para transformarlo. Un guión es una larva, una oruga, para la que se teje un capullo del cual, si todo va bien, saldrá una hermosa mariposa.

¿Significa eso que no tiene valor en sí mismo?

Si analizamos el caso del teatro, hay obras que a veces dan la impresión de haber sido escritas, no para ser representadas, sino para que la gente con gafas de pasta las lea mesándose la barbilla y poniendo cara de pensar. Yo en el colegio estudié a Shakespeare, Bertold Brecht y a Arthur Miller, y lo más cerca que estuve de ver estas obras representadas fue un vídeo de la dramatización de "Muerte de un viajante" con Dustin Hoffman* y John Malkovich. Y en otros colegios se estudiaba a Sófocles, Ibsen o Chéjov, por poner algunos ejemplos.

Y no es que esas obras sean precisamente poco representables. Algunas de las creaciones de Samuel Beckett hacen pensar que las escribía sólo para mondarse de risa mientras Los Críticos se partían el melón tratando de descifrarlas, todo para acabar definiéndolas como "ecos de esta sociedad postmoderna...", "irreal como la vida misma...", etcétera, etcétera, etcétera.

Así que hay teatro experimental, teatro que, podríamos llegar a decir, se escribió más para ser leído que para ser visto sobre un escenario. ¡Chachi! Pero, ¿guión para ser leído? ¡A dónde vas a parar!

Pero, ¿por qué no? Ocurre que el teatro, entendido como el hecho de poner palabras sobre papel para su posterior representación, es una forma literaria reconocida que tiene algunos milenios de antigüedad. El guión de cine, en comparación, aún va en pañales. El cine, ¡for crying out loud!, aún va en pañales. Así pues, estará clarísimo que tildar el guión cinematográfico de infraliteratura es prematuro y un error de juicio gordo.

Hay novelistas que se dejaron camelar por el contrachapado de oro de Hollywood y se lanzaron a escribir guiones. ¿Y quién se acuerda de los guiones de Scott Fitzgerald o Faulkner?, me dijeron. ¿Y qué?, digo yo. Es cierto que lo que la mayoría de gente recuerda más del paso de Scott Fitzgerald por el cine fue la cirrosis de caballo que pilló, pero el hecho que buenos novelistas no sean recordados por sus guiones no significa que la institución del guión tenga menos valor, significa, simplemente, que ésos novelistas no eran tan buenos guionistas como novelistas. Y punto. Charlie Kaufman no ha escrito una novela en su vida, pero será recordado, si es que hay justicia en este mundo, como un guionista extraordinario. Dave Eggers, que tiene premios literarios a espuertas, ha colaborado con Spike Jonze en el guión de "Donde viven los monstruos", y me da que será un guión B-U-E-N-O porque Dave Eggers es un señor con una visión. Dejadme que os hable de Dave Eggers otro día, porque lo de Dave Eggers es magia pura.

El buen guión se convierte en invisible en las manos de quien lo lee. Un buen guión debe ser capaz de que la película se forme en la mente del lector utilizando una serie de recursos muy básicos, pues la metáfora está prohibida ("Un hombre entra en la habitación. Sus ojos parecen aceitunas en un plato de leche." ¡Mal, MAL!). ¿Y conseguir eso, se considera infraliteratura?

Como contraejemplo, hay un ejemplo de guión que está aún más marginado, literariamente hablando, que el de cine. Y puede que con más razón. Se trata del guión de cómic. ¿Alguien ha visto alguna vez un guión de cómic publicado independientemente? I didn't think so. ¿Tendría sentido? Estoy tentada de decir que no. ¿Qué opina el respetable?


* He tenido que pararme a pensar antes de escribir su nombre. De pequeña, tenía un cacao mental que me hacía confundir a Dustin Hoffman, Al Pacino y Robert DeNiro.

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