lunes, 14 de julio de 2008

Amor de papel (tres): Será que me van los huelebraguetas

Hoy estoy de mal humor. He dormido mal, mis piernas hacen llorar al niño Jesús, la soltería no me ha convertido en la diosa del sexo colgada del brazo de múltiples Adonis con una American Express reluciente de tanto utilizarla que me prometía la chick-lit (Sophie Kinsella, Marian Keyes, Helen Fielding, sois malas), y se me están pelando las rabadillas y parezco un accidente nuclear.

Así que, para subirme la moral, me dedicaré a la sana ocupación de fantasear. No será un Adonis, y la American Express la habrá visto sólo en esas réplicas de cartulina que vienen dentro de los billeteros, pero uno de mis primeros amores literarios fue Flanagan, el detective adolescente del extrarradio de Barcelona. Leí la primera novela, "No demanis llobarro fora de temporada" ("No pidas sardinas fuera de temporada") cuando tenía unos once años, y fue un flechazo instantáneo. Supe que si Joan Anguera, alias Johnny Flanagan, existiera de verdad, yo le buscaría y me casaría con él o, al menos, me convertiría en su femme fatale particular durante una buena temporada. Desdeñé (y todavía desdeño, ¿qué pasa?) a todas las novias que le salieron en la serie, convencida de que todas ellas eran aprendices de Lauren Bacall comparadas conmigo. Creo que éste será uno de esos flechazos que duran toda la vida.

Lo maravilloso de estas novelas es cómo los autores, Andreu Martín i Jaume Ribera, se valen de las convenciones del género negro (especialmente Andreu Martín, que debe de ser uno de los mejores escritores vivos de polard en lengua española) y las adaptan a la realidad rumbera, a veces absurda, y siempre peligrosa de la adolescencia. Con algunos momentos estelares que, no sé a vosotros, pero a mí me dieron mucha risa, porque a estos autores, ¡qué fantásticos ellos!, resulta que también se les da estupendamente esto de la comedia. Flanagan es un personaje muy querible, porque, aunque muchas veces logra emular con dignidad a sus referentes Sam Spade y Phillip Marlowe, por poner algun ejemplo, otras se ve superado por los acontecimientos, y llora y se pela las rodillas y las chicas le acaban dejando y a menudo los malos se le escapan porque la vida es una mierda.

Si habéis visto "Brick" (Rian Johnson, 2005), y también habéis leído la serie de Flanagan, creo que estaremos de acuerdo en que, salvando las distancias, Brendan Frye sería un avatar bastante acertado de Joan Anguera, aunque con menos sentido del humor (supongo que si a Flanagan le levantaran y se le cargaran a la novia, tampoco estaría para muchos chistes). Al menos, los dos son tipos, más que duros, algo encallecidos, a quienes les duelen los puñetazos y no son nada inmunes al despeine.

Lo que me aterra es que sé de buena tinta que hay en marcha un proyecto para adaptar a telefilm "Només Flanagan", una de las últimas entregas de la saga. Tiemblo.

No hay comentarios: