domingo, 17 de mayo de 2009

Capítulo XXX: Estas Mujercitas no tejen calcetines calados

Hay un género literario vituperado, desdeñado e incluso insultado hasta la saciedad. La crítica literaria, tan dispersa y poco unitaria en sus halagos, se cierra en banda para poner a caldofrán a todo un género, sin hacer distinciones, ni excepciones. Crucifican a carretilladas de autoras y sus obras. Y punto.

Estoy hablando, y el sagaz lector se habrá dado cuenta por el uso alevoso del femenino en la línea anterior, del género comúnmente denominado como "chick-lit" ("chick", literalmente, "pollita", es el equivalente anglosajón a "¡Mozaa!", y "lit", abreviatura de lo más hip, cool y trendy de "literature"). Según la Wikipedia, literatura por y para mujeres. Según haroldbloomistas y otros críticos literatios de placa en la puerta del despacho, bazofia banal, vergüenza de la literatura de escapismo, ligeramente menos aceptable, en la escala del esnobismo literario que leer a Dan Brown.

Es cierto, y desde "La ejecución del autor ha sido cancelada" nunca mentiremos a nuestros lectores, que un número alarmante del segmento de las librerías dedicado a la "chick-lit" parece girar de forma obsesiva alrededor de los zapatos, el estilo de vida Cosmopolitan y el hombre ideal, y por qué éstas son tres elementos fundamentales en la vida de cualquier mujer contemporánea. Pero no es menos cierto que "El diario de Bridget Jones", que probablemente sea la obra fundacional de este género (porque Jane Austen y las hermanas Brontë hacían LITERATURA, ¡dónde vamos a parar!), es una obra que debería estar en "El nuevo cánon occidental"*.

Lo que descubrí recientemente es que existe todo un nuevo subgénero alrededor de la "chick-lit" dirigida a niñas y (pre)adolescentes. Los títulos y los nombres de los autores son muchos y de muy diversa índole (como corresponde a toda fiebre clasificadora que se da cuando surge un nuevo género, ¿pues no resulta que ahora Scott Westerfeld hace "Fantasía Urbana"? Empiezo a sospechar cada vez más que todo lo que no se considera "LITERATURA" es encajado bajo el restrictivo sambenito de un género.)**

Sea como fuere, hay una reina indiscutible de este género, sub-género, sub-sub... perdón, me he perdido. Alguien que estaba por aquí mucho antes de que el listillo que se inventó lo de "chick-lit" fuera, ya no engendrado, sino pensado.

Hablo de Jacqueline Wilson, esa señora que parece la tía excéntrica que a todos nos gustaría tener, que ha publicado más de una cincuentena de novelas dirigidas a niñas y adolescentes, que no tienen nada que ver con las páginas tóxicas con las que a menudo se pretende entretener a las niñas.



Las historias de Jacqueline Wilson están, por un lado, muy ligadas a determinadas realidades sociales en el Reino Unido ("The Bread and Breakfast Star", por ejemplo, parece un spin-off the "Cathy, come home", sin ir más lejos), que convierten a la autora en una eficientísima retratista de ésas realidades sociales y el efecto que tienen sobre los miembros más jóvenes y más vulnerables de la sociedad.



Pero lo que la convierte en una de las autoras infantiles más brillantes de los últimos años es la precisión con la que captura la voz y la personalidad de sus protagonistas. Narradas siempre en primera persona, sus historias transmiten una y otra vez a sus lectoras que hay alguien ahí que está pasando por lo mismo. No sólo resulta perfectamente verosímil y creíble, sino que funciona como una mano tendida en la aterradora aventura de crecer. Sea cual sea el problema, Jacqueline Wilson ha hablado de él. El hecho de que se limite estrictamente a historias muy realistas, con una clara voluntad de cierto costumbrismo y mucha valoración social las convierte en obras de referencia en muchos aspectos, y muy recomendables para la gente pequeña y los que se suponen responsables de su educación.



Lo que resulta peculiar es que Jacqueline Wilson no deja pasar una oportunidad para referenciarse a sí misma en sus libros, hasta el punto de que en uno de ellos, "Clean Break", la autora favorita de la protagonista se llama "Jenna Williams", y su bibliografía es sospechosamente parecida a la de Jacqueline Wilson... Pero tampoco vamos a ponernos pelmas, y lo adjudicaremos a los simpáticos guiños con los que a la autora le gusta saludar a sus admiradores desde sus páginas.



También merece nuestra atención el hecho de que en ninguna de sus obras la autora prescinde de las ilustraciones de Nick Sharratt. Sharratt, uno de los ilustradores más prolíficos del Gran Bretaña, ha perfeccionado con los años un estilo inconfundible y maravillosamente personal, que resulta del todo natural en las novelas de Jacqueline Wilson dirigidas a los más pequeños, pero no deja de ser una sorpresa refrescante como contrapunto a esos diseños de portada "tan modernos" de la mayoría de novelas para adolescentes para captar la atención de su público objetivo.



* Obra que, no teman, publicaré cuando Harold Bloom muera. No sea que la impresión causada por la lectura de lo que sería ese compendio de eclécticas barbaridades se lo lleve al otro barrio antes de lo estrictamente necesario.

** Próximamente***, una larga y ponderada entrada sobre este tema.

*** Siendo "Próximamente" un término relativo que puede tanto referirse a "mañana" como a "en una dimensión paralela".

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